El 7 de septiembre del 2017 al rededor de las 11 de la noche al suroeste de México en el océano Pacífico, las placas tectónicas se reacomodarón. Con este reacomodo retumbó la tierra con más de 8 grados en la escala de Richter en el sur y centro de México, dejando millones de personas sin hogar en el estado de Oaxaca y Chiapas. En ese momento como hace 32 años la sociedad civil se solidarizo y comenzó desde un principio a mandar ayuda a las comunidades afectadas. Llegaron miles de voluntarios a ayudar, se juntaron víveres para la población de Oaxaca y Chiapas. Se abrieron cuentas de banco para recolectar donaciones para la reconstrucción de viviendas.
En eso estaba México cuando retembló, un temblor a 120km al sur de la Ciudad de México. Un temblor el cual derrumbo decenas de edificios, matando según las cifras oficiales a 369 personas (probablemente fueron más), daño más de 700 edificios y dejando sin hogar a miles de habitantes ahora en el centro de México.
Un temblor, como todos inesperado y sin embargo, pareció la repetición de hace 32 años, pues dos horas antes se realizó el simulacro conmemorativo del terremoto del 19 de septiembre de 1985. En 1985 se cayeron cientos de edificios y murieron más de 10 mil personas.
Ese 19 de septiembre del 1985 lo tenemos muy gravado en la memoria los habitantes del Monstruo (Ciudad de México), el recuerdo nos trae una infinita tristeza, pero también el recuerdo de la infinita solidaridad del pueblo con el pueblo. La sociedad civil organizada para salvarse a si misma. Aquellos días de septiembre de 1985, ante la parálisis del Estado y sus instituciones los habitantes de la Ciudad de México comenzaron a rescatarse ellos solos. No necesitaron autoridad, ni Estado, era claro que nadie los iba a ayudar entonces se ayudaron a ellos mismos en solidaridad con el otro, pues cada uno de los habitantes les quedo claro que «el otro soy yo».
Y de nuevo tembló un 19 de septiembre pero ahora del 2017.
Apenas se había terminado el temblor y nuevamente como hace 32 años, los habitantes de la Ciudad de México corrieron a las ruinas de los edificios derrumbados a rescatar a la gente que quedo atrapada, a rescatarse a si mismos, nuevamente.
No esperaron que llegar los equipos de auxilio, no esperaron que se dictara el plan de emergencia desde el Estado, ellos ya estaban en los lugares de emergencia. Nuevamente estaban movilizados y nuevamente, como hace 32 años, como hacia tan solo unas semanas, la solidaridad hizo retumbar de nuevo a México.
Millones de gentes salieron a las calles de la ciudades del centro del país a ayudar como fuera. Comenzaron a organizarse en brigadas, cada quien con sus capacidades. Los albañiles fueron de los primeros en llegar con sus herramientas. Estas fueron las primeras herramientas para el salvamento. Quienes saben cocinar organizaron cocinas populares, quien pudo aportar equipo lo aporto. Muchas mujeres estuvieron en la primera linea ayudando, cargando, repartiendo al tu por tu con los hombres. Los estudiantes organizaron gigantescos centros de acopio, donde se organizaron brigadas para repartir lo donado a las zonas afectadas en la ciudad de México y a los estados del centro y sur del país. Supimos de que arqueólogos impartieron cursos express del uso de herramientas y de escavación. Supimos de arquitectos e ingenieros que revisaban los daños en todo edificio que se les pidiera. Supimos de médicos y psicólogos que salieron a dar consulta a la calle, todo esto sin pedir nada a cambio.
Después llegaron los rescatistas profesionales tanto por parte del Estado como voluntarios. Sin embargo, el pueblo ya estaba organizado. Muchas veces hubo choques con las autoridades, pues en algunos casos no permitieron continuar con el salvamento (queremos creer que por la seguridad de los rescatistas) en algunos edificios derrumbados y muchas otras se integraron brigadas de salvamento del Estado y de la sociedad civil.
El 19 de septiembre del 2017 tubo un temblor aún fuerte que fue un terremoto de solidaridad. Fue una nueva muestra que el pueblo se puede organizar y salvarse a si mismo. Una muestra que en México y el mundo, a pesar del Estado, a pesar del narcotráfico, a pesar de la guerra, la mayoría de la población tiene claro que: ¡El otro soy yo!
Ahora ya pasada la emergencia el gobierno mexicano propuso reconstruir las casas con créditos para los afectados.
¡Con créditos!…¿qué se creen? El Estado le da millones de euros a los banco, a empresas privadas generando deuda pública para que estas empresas no quiebren, cuando estas empresas especularon con su capital y perdieron. Pero los bancos no pueden quebrar, los bancos no pueden perder, dice el Estado, pero ¿el pueblo?…el pueblo debe estar agradecido que en la catástrofe el Estado y los bancos otorguen créditos, que se endeude para reconstruir su casa perdida. La iniciativa privada se frotaron las manos pues con la reconstrucción ellos vuelven a ser los ganadores de la catástrofe nuevamente con la ayuda del Estado. Al final nuevamente el terremoto saca a la luz para quien gobiernan los políticos.
Y sin embargo y a pesar del gobierno, el Estado, los bancos, el capitalismo hay esperanza. Pues la solidaridad continua y el pueblo, la sociedad civil reaprendió nuevamente a salvarse a si mismo, pues:
¡El otro soy yo!
¡El otro soy nosotros!
Tierra, agua y Libertad
Para la Oficina de Oficina de inforamción Nicaragua Wuppetal:
alf-redo-Ik…mil puertas-viento…
P.D. ¿Dónde están nuestros compañeros de Ayotzinapa?