Ein kalter, vereister und stiller Morgen findet uns wach vor, wie vor 15 Jahren. Und wie vor 25, zeichnet der Alte Antonio ein kleines Licht unter den Schatten, der wir sind, um sich seine Zigarette anzuzünden. Wir schweigen. Keiner sagt etwas. Wir warten. Der Alte Antonio beruft dann die Behaglichkeit des Wortes ein, das lindert, tröstet, Hoffnung spendet.
«Unsere ältesten Alten, unsere ältesten Weisen sagen, dass die allerersten Götter, die die Welt geboren haben, diese ohne irgendeine Ordnung gemacht zu haben scheinen. Dass sie nichts weiter getan haben, als die Einzelteile durcheinander zu werfen. Dass die Welt, die so geschaffen wurde, nicht nur eine war sondern viele, und alle waren ganz verschieden. Oder wie Sie das sagen würden, es gab viele Geographien. Und unsere Weisen erzählen, dass sich daraufhin die Zeiten trafen, das heißt Vergangenheit, Gegenwart und Zukunft, um sich bei den Göttern zu beschweren. «So geht das nicht weiter. Wir können bei diesem Durcheinander der Welten, die es gibt, unsere Arbeit nicht machen. Es sollte nur eine einzige geben, damit wir Zeiten unseren Schritt auf einem einzigen Weg zurücklegen können.» So sprachen diese Zeiten. Die Götter hörten sich also an, was die Vergangenheit, die Gegenwart und die Zukunft ihnen zu sagen hatten und sagten: «Also gut, wir werden sehen». Die allerersten Götter, die die Welt geboren haben, versammelten sich dann, und man weiß nicht was sie besprochen haben, aber sie haben lange gebraucht. Und danach riefen die allerersten Götter die winde und sagten zu ihnen folgendes: «Wir haben über eure Worte nachgedacht und möchten euch sagen, dass euer Gedanke nicht gut ist». Die winde fingen an zu murmeln, so ein Mist, verfluchter, da sind wir nur angeschmiert, weil wir keine Götter sind, und so weiter. Die Götter sagten ihnen, dass sie warten sollten, dass sie ihnen noch nicht alles gesagt hatten. «Also gut», sagten die Zeiten und warteten ab, was kommen würde. Daraufhin erklärten ihnen die allerersten Götter, dass eine Zeit kommen würde, in der der Herrscher die ganze Welt beherrschen und alles auf der Welt versklaven wird wollen, dass er zerstören und töten wird. Dass die Macht des Herrschers groß und schrecklich war, und dass es auf der ganzen Welt keine Macht gab, die ihr ebenbürtig war. Dass die einzige Art gegen den Herrscher Widerstand zu leisten und zu kämpfen darin lag, viel und verschieden zu sein, damit der Herrscher nicht die Art eines einzelnen ergreift und damit alle schlagen kann. Dass die Götter verstanden, dass das Viele- und Anderswerden den Zeiten viel Ärger bereitete bei ihrer Arbeit und bei ihrem Gang durch all die Welten, die es auf der Welt gab, aber dass es eben nicht anders ging, und dass so entschieden wurde. Und sie sagten ihnen, dass es für all die Welten, die es auf der Welt dann eben gab, keine gleiche Zeit geben würde, sondern es würde viele Zeiten geben. Oder wie Sie das sagen würden, viele Kalender. Und die allerersten Götter sagten den Zeiten: es wird in jede dieser Welten, die die Welt bilden, welche geben, die sich darauf verstehen werden, die Landkarte und die Kalender zu lesen. Und es wird eine Zeit kommen, in der Vergangenheit, Gegenwart und Zukunft eins werden, und dann werden alle Welten den Herrscher bezwingen. So sprachen die allerersten Götter. Und die Zeiten hörten auf rumzumaulen, weil sie die Antwort schon kannten, und fragten ob, wenn der Herrscher bezwungen war, die Welten dann in einer einzigen Welt zusammenlaufen würden. Und die allerersten Götter sagten ihnen, dass das die Menschen und Frauen dieser Zeiten zu bestimmen haben werden, dass sie dann sehen werden, ob das Anderssein sie schwach macht oder stark um Widerstand zu leisten und die Herrscher die noch kommen werden zu bezwingen».
Der Alte Antonio geht. Es ist immer noch kalt, aber ein kleines Licht bleibt zurück, fast wie damit der Schatten nicht alleine ist.
Und fertig.
Vielen Dank Compañeros und Compañeras und Compañeroas. Subcomandante Insurgente Marcos.
Todo trabajo sera publicado en nuestra página de internet y usado para ilustrar todas las actividades del Comité y será elegido uno como el «oficial» del 10 aniversario, y todos los demás trabajos que de manera colectiva escojamos todos los miembros y colaboradores de Áreas y proyectos del Comité Cerezo México engalanaran las paginas, foros, informes, etc, todo el año próximo.
Envía tus colaboraciones, propuestas y bocetos al correo electronico comitecerezo@gmail.com
Por tu solidaridad, mil gracias
La fecha limite para enviar sus trabajos es el 01 de agosto de 2011
¿Cuál es el problema? El problema no es hablar con el presidente, el problema es hacerlo sin un consenso fuerte y amplio sobre qué plantear, qué aceptar y qué NO aceptar.
El problema no es el protagonismo, sino NO acordar con tus compañeros de movimiento, y no respetar lo acordado.
NO es problema reconocer que la desmilitarización no será «en 15 minutos», pero sí decir que no debe darse en este momento.
Es útil aclarar que no es lo mismo plataforma que pliego petitorio, y que ambas, ¿o una?, aún están en construcción. Es una canallada desacreditar el trabajo colectivo y desconocer lo firmado.
Es sano tener diferencias con tus compañeros; pero es INADMISIBLE no discutirlas con ellos, y en su lugar descalificarlos frente a, y coludido con, los enemigos declarados del movimiento, eliminándolos políticamente y dejándolos en vulnerabilidad ante la represión.
Y como en política forma es fondo, el problema de fondo es que la dirección de nuestro movimiento es desleal, inconsecuente, antidemocrática, apocada y endeble.
¿Qué hacer? Cambiar de dirección, naturalmente. Sin sabotear el movimiento como lo hace ella, sino haciéndolo en tiempo y forma. Organizarnos de manera democrática, plural e independiente. Nombrar representantes que lo sean de verdad; que lleven un mandato, que rindan cuentas y que puedan ser remplazados.
Ante el proceso ke ha llevado el movimiento NO + Sangre, uno de los compañeros nos dejaron nuevamente y se va a dialogar con el poder, a pedirle al malo keno sea tan malo.
A continuación un par de comentarios sobre esta discusión ke nos son mios pero ke comparto.
Primero un link con un articulo de la Jornada de Octavio Rodriguez Araujo
Ya ke se chutaron el articulo una opinión del Compañero Juan sobre el actuar de Javier Sisilia
¿Cuál es el problema?
El problema no es hablar con el presidente, el problema es hacerlo sin un consenso fuerte y amplio sobre qué plantear, qué aceptar y qué NO aceptar.
El problema no es el protagonismo, sino NO acordar con tus compañeros de movimiento, y no respetar lo acordado.
NO es problema reconocer que la desmilitarización no será «en 15 minutos», pero sí decir que no debe darse en este momento.
Es útil aclarar que no es lo mismo plataforma que pliego petitorio, y que ambas, ¿o una?, aún están en construcción. Es una canallada desacreditar el trabajo colectivo y desconocer lo firmado.
Es sano tener diferencias con tus compañeros; pero es INADMISIBLE no discutirlas con ellos, y en su lugar descalificarlos frente a, y coludido con, los enemigos declarados del movimiento, eliminándolos políticamente y dejándolos en vulnerabilidad ante la represión.
Y como en política forma es fondo, el problema de fondo es que la dirección de nuestro movimiento es desleal, inconsecuente, antidemocrática, apocada y endeble.
¿Qué hacer? Cambiar de dirección, naturalmente. Sin sabotear el movimiento como lo hace ella, sino haciéndolo en tiempo y forma. Organizarnos de manera democrática, plural e independiente. Nombrar representantes que lo sean de verdad; que lleven un mandato, que rindan cuentas y que puedan ser remplazados.
Es curioso ver a los políticos celebrando victorias cuando estas no lo son. Es una derrota para todos los políticos y para la partidocracia, pues no se le puede llamar democracia a lo que vivimos en este Mundo, solo 66% voto y 2% de los votos fueron en blanco y el otro 33% que no fue a votar entonces se tiene un 35% de votos nulos o no votos y al final en su sistema esos serian lo ganadores.
Pero tampoco va a ser así, pues la gente que no voto o voto en blanco no quiere realmente este tipo de «democracia»
Están en busca de otro camino, otra cosa, algo que todavía esta en construcción y ya lleva muchos años en esa construcción que es lenta pero segura.
Trataran los políticos y el Estado de acabar con esa base pero ya la gente va aprendiendo a que ellos son los que hacen que las cosas funcionen.
En España como en todo el mundo gritamos ¡Ya Basta!
Y comenzamos la construcción de ese otro camino.
Empieza el trabajo en el Barrio y con la gente y la autodeterminación y la autoorganización.
Viva la Autonomía
Viva los Pueblos del Mundo
Que se vayan todos los políticos que no quede ninguno.
(Second letter to Luis Villoro in an exchange of letters on Ethics and Politics)
Subcomandante insurgente Marcos
April 21, 2010
April 2011.
“If in heaven there is unanimity, save me a place in hell.”
—SupMarcos. Instructions for my Death II
I.- The Prose of the Skull
Don Luis:
Greetings and health to you, teacher. We hope that you are in better health and that the word may be like a home remedy that heals although no one understands how. As I begin these lines, the pain and the rage of Javier Sicilia (who is far from us in distance but close in ideals from time immemorial) create an echo that reverberates in our mountains. It is a matter of waiting and of hoping that his legendary tenacity, which now calls for our word and action, reaches and amasses the rages and pains that multiply on Mexican soil.
We remember Don Javier Sicilia’s uncompromising yet sensitive critiques of the autonomous education system in the Zapatista indigenous communities and his stubbornness in reminding us periodically, at the end of his weekly column in the Mexican weekly magazine PROCESSO, of the continued failure to implement the San Andrés Accords.
The collective tragedy of a senseless war, embodied in the particular tragedy that he has endured personally, has placed Don Javier in a difficult and delicate situation. Many are the sorrows that hope to find echo and volume in their demands for justice and many are the worries that hope that his voice will embody, if not direct, the ignored voices of indignation.
It also happens that around this gigantic figure, in his dignified pain, lurk the scavenging vultures from the politics of above, for whom a death has value only if it serves their individual or factional projects, although they hide themselves behind representativity.
Does another murder become visible? Well, you have to see how it affects the childish electoral accounting. Up there, deaths only matter if they influence the electoral agenda. If they cannot capitalize on polls and trends in electoral preferences, then they return to the grim accounting where deaths do not matter, even tens of thousands of them, because death becomes once again an individual matter.
I do not know, as I write these words, what next steps will follow this pain that summons so many. But his demand for justice, and all of those calls for justice that it synthesizes, demands our respect and support, even from the small body that we are with its large limitations.
In the ebb and flow of the news about this event, it is remembered that Don Javier Sicilia is a poet. Perhaps that explains his persistent dignity.
In his own particular style of seeing and explaining the world, Old Antonio, the indigenous man who was a teacher and guide to all of us, used to say that there were people who could see realities that didn’t exist yet and who, because the words also didn’t exist to describe these realities, had to work with the words that already existed, arranging them in strange ways—part song, part prophesy.
Old Antonio spoke of poems and of those who made them (I include here those who translate them because the translators of poetry who speak distant languages also are very much makers of poetry).
These poets, can they see further or see another world? I don’t know, but when looking for something that, while said in the past, spoke of the present that we now suffer and of the uncertain future, I found this text written by José Emilio Pacheco that my older brother sent to me long ago and that is written perfectly for no one to understand:
The Prose of the Skull:
Like Ulysses they call me Nobody. Like the demon of the Gospels my name is Legion. I am you because you are me. Or you will be because I was. You and me. Both of us. You, the others, the innumerable you who are resolved in me (…)
Then I became, to the point of making myself commonplace, a symbol of knowledge. Because the wisest is also the most obvious. Because no one wants to face it, it will never be superfluous to repeat it: We are not citizens of this world, but passengers in transit through this prodigious and intolerable land.
If the flesh is grass and was born to be cut, I am to your body like a tree is to the prairie: not invulnerable, nor enduring; if material, more stubborn or resistant. When you and all of those born into the gap in time that was given on loan finish your role in this drama, this farce, this tragic and absurd comedy, I will remain for many years: bare, disembodied.
Quiet expression, secret face that you refuse to see (take off your mask: in me you will find your true face), although you know it well and it is yours and it always goes with you.
And carried inside, in fleeting cells that in each moment die by the millions, is all that you are: your mind, your memory, your words, your ambitions, your dreams, your fears, your look that in a flash of light created the appearance of the world, your distancing or understanding of what we really call reality.
That which elevates you above your forgotten colleagues, the animals, and that which situates you below them: the mark of Cain, the hatred for your kind, your two-sided capacity to create and destroy, ant and woodworm. (…)
Because I go with you everywhere. Always with him, with her, with you, waiting without complaint, waiting. From the armies of my colleagues, history has been forged. From the pulverization of my fragments the earth is amassed (…)
And so, who would have thought, I – the mask of death – I am deepest within your signs of life, your final trace, your last offering of trash to the planet that cannot support so many deaths. I will only remain for a short time, but in any case, it is much better than what they granted you (…)
All beauty and all intelligence rest in me and you repudiate me. You see me only as a sign of fear and of the dead who refuse to be dead, or of death plain and simple: your death. Because I can only stay afloat with your shipwreck. Only when you have reached touched bottom do I appear.
But at a certain age, I insinuated myself in the grooves that drew me, in those hairs that share my old whiteness. I, your true color, your last look, your final face that makes you Nobody and turns you back into Legion, today I offer you a mirror and I say: contemplate yourself.
(José Emilio Pacheco, “Prose of the Skull”, in “Fin de siglo y otros poemas”, México, Fondo de Cultura Económica / Secretaría de Educación Pública, Lecturas Mexicanas No. 44, 1984, pp. 114-117)
II. The Relevance of Critical Reflection
“When the hypocrisy starts to be of such poor
quality, it’s time to start telling the truth”
-Bertolt Brecht
The war above continues, and its destructive path would like for all of us to accept the daily horror as if it were natural, as if it were impossible to change. It is as if the confusion that reigns was premeditated, intended to democratize this resignation that immobilizes, that conforms, that defeats, that simply gives up.
In times when confusion is organized and arbitrariness is consciously deployed, it is exactly the moment to do something.
And one something is to disorganize that confusion with critical reflection.
Don Luis, as you can see from the texts that I’m sending along, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Raul Zibechi, Sergio Rodriguez Lascano, and Gustavo Esteva have joined this exchange of thoughts on Ethics and Politics, and we hope that even more thoughts will join us in this space.
In this second letter I would like to touch upon some points that you deal with in your response to my letter and which, directly or indirectly, are alluded to by our fellow correspondents who have let loose their ideas from Mexico City, Oaxaca, and Uruguay.
Each one deals with, in their own way, from their own calendars and geographies, this issue of critical reflection. I’m sure that none of us (you, them, us) intend to establish any immobile truths. Our intention is to throw rocks, well…ideas, at that seemingly tranquil pond of contemporary theoretical reflection.
The comparison that I use with the rock goes further than mere superficial rhetoric of a surface that is momentarily disrupted by that rock. The issue is to touch bottom, to not be content with the obvious, but rather to irreverently traverse this water-tight pond of ideas and arrive at the bottom, below.
In this current epoch, critical reflection is apparently at a standstill, apparently that is, if one is attuned to what electronic and print media presents as theoretical reflection. It is not only that the urgent has displaced the important, in this case, that the electoral moment has displaced focus from the destruction of the social fabric.
It is said, for example, that this year, 2011, is an electoral year. But, then again, so were all the years prior. In fact, the only date that isn’t an electoral moment on the calendar of those above is….election day.
But we can see then that immediacy has a very difficult time differentiating what happened yesterday from what happened seventeen years ago.
Besides the unwanted interruptions of natural and human catastrophes (because the daily crimes of this war are nothing short of a catastrophe), the theoreticians from above, or the thinkers of the immediate, return time and time again to the theme of the electoral, or they do crazy pirouettes to tie anything and everything to the theme of elections.
This junk food theory, just like junk food itself, has no nutritional value, it is only meant to entertain, and this seems to be exactly the point, if you listen to the grand majority of newspapers and magazines, or to the panel of “specialists” that appear in the electronic media in our country.
When these vendors of junk food theory look to other parts of the world and they conclude that demonstrations that bring down governments are the product of cell phones and social networking and not of organization, the capacity to mobilize, or the power to convoke, they express more than their unforgivable ignorance, they also demonstrate their unnamed desire to obtain, without any effort, their place in “HISTORY.” Their contemporary creed is “Tweet and the heavens will be yours!”
Just like a “miracle elixir,” these promoters of political and theoretical Alzheimers, propose effortless solutions to the current social chaos.
No one would believe, as the advertisements would have it, that if you use this lotion for men, or this perfume for women, you’ll instantly be in France, at the base of the Eiffel Tower, or in those fancy London bars, those above.
But just like there are people who believe in those miracle products that guarantee that you will lose weight without doing exercise and while you stuff your face—and there are people who believe it—there are also people who believe that we can have democracy, liberty, and justice by simply checking off a ballot in favor of one of the folllowing: the continued presence of the Partido de Accion Nacional [PAN]; the arrival of the Partido de La Revolucion Democratica [PRD]; or the return of the Partido Revolucionario Institucional [PRI].
When these people dictate that there is only one option, the electoral path or the path of armed struggle, not only do they place their total lack of imagination and ignorance of national and world history on display, they also reset the trap that served as the basis for intolerance, and for the demand of a fascist and retrograde unanimity that made itself present on all sides of the political spectrum.
“Brilliant,” this analysis that poses itself the urgency of defining positions…in the face of those options imposed from above.
But Gustavo Esteva in his text does well to warn us against these false options and lays the groundwork for what I think can be a special topic of this exchange of letters from a distance. As he notes, instead of trying to impose their weak axioms, they could try to open themselves to debate, to build arguments, to try to persuade. But no, for them it was, and always is, about imposing.
I sincerely believe that they do not want a serious debate. Not only because they don’t actually have any weighty arguments (up until this point all they have is a list of good intentions and simplicities that border on the pathetic, where the PAN demonstrates that the “way of Fox” [Mexican President from 2000-06] is not an isolated instance but rather a whole school of leaders in that party, where the PRI preaches social autism in the face of history itself, and where the mish mash of the self-proclaimed institutional left attempts to persuade with empty slogans), but rather, because the whole point is not to change anything of substance at all.
It is almost comical to see how they juggle things in order to gain the favor of the masses (yes, they despise them, but they need them) while simultaneously courting the economic powers without even blushing.
The point for them is to operate in the narrow margins of the ruins of nation-state in Mexico in order to exorcise a crisis that, when it explodes, will do way with them as well, that is, with the entirety of the political class. In sum, for them it’s a question of their individual survival.
The careers of tattle-tales, spies, and police are suitable for these junk food theoreticians, these same people who created an atmosphere of intellectual and artistic hysteria, first against the student movement and its General Strike Council [CGH] in 1999-2000, and then against everyone and everything that wouldn’t accept the directives handed down by this gang of thought and action police.
For them it is all about establishing a distinction which in reality is more of an exorcism: there is them, the well behaved, the civilized, and there are the others, the barbarians.
In their weak theoretical armature there are, on one side (and above) those brilliant, all-knowing, measured, prudent individuals, and on the other side (and below) there are the dark, ignorant, violent, and provocative masses.
On that side over there: the prudent and mature usurpers of the representativity of the majority. On this side here: the violent minorities who represent only themselves.
***
But let’s presuppose that they actually do want to debate and persuade.
Let’s discuss for example the real consequences of the six-year project of Accion Nacional [PAN] to change a well known verse of the Mexican national anthem and replace it with, “Believe, my beloved homeland, that the heavens gave you a collateral victim in each of your children!” and in the face of which neither of the other two parties has presented a firm and detailed alternative.
Or let’s talk about the supposed goodness that would result from the return of the Revolucionario Institucional [PRI] and the consequent endorsement of a culture of corruption and criminality that engulfed the entirety of the Mexican political class.
Or how about the real possibilities of the project to turn back the wheel of history and return to the Welfare State, which is the proposal of an as yet weak oppositional coalition.
All of these, in addition to despising theoretical reflection (well at least all reflection which is not adolescent complacency), propose the impossible; to maintain, rescue, or regenerate the ruins of a Nation-State that gave birth and purpose to the political party system. That same nation-state which found its best reflection in the Partido Revolucionario Institucional [PRI] and in the face of which the entirety of the political class above today tries to make themselves pretty for.
Or haven’t you noticed to what extent the base of that State has been destroyed? How can you maintain, rescue, or renovate a cadaver? Despite this, for a long time now the political class, and the analysts that accompany them, have busied themselves trying to embalm those ruins.
But it’s understandable, ignorance cannot be judged. Well, unless it dresses itself as wisdom.
It’s not possible, we say, to pose any type of solution to the destruction of the National-State without dealing with the system responsible for creating that destruction and therefore for the nightmare that engulfs the entire country.
There are solutions, we say, but they can only be born from below, from a radical proposal that does not wait for a council of wise men for legitimacy, but rather, that is already alive, and that people struggle for in various corners of our country. It is, therefore, a proposal that is not unanimous in its form, in its mode, in its calendar or in its geography. That is, it is plural, inclusive, and participatory. It has no relation to that unanimity that blues, yellow, reds, greens, pinks and those like them have attempted to impose.
But we recognize that we might be mistaken. It might very well be, lets just take it as a possibility, that the destruction that has already been wrought still leaves us a margin of mobility to remake the social fabric from above.
But instead of promoting a deep and serious debate, we’re instead asked to be quiet once again, and it is again demanded that we support our persecutors, those that give cover either through their words or their silence to people like Juan José Sabines Guerrero, who from the governor’s office of Chiapas persecutes and represses all those who don’t join the false chorus of praise for those lies which he calls government, who persecutes those who defend human rights on the coast and highlands of the state of Chiapas as well as the indigenous peoples of San Sebastian Bachajon who refuse to prostitute their land, and who promotes the action of paramilitary groups against indigenous Zapatista communities.
Because those who really know what is being done and undone in Chiapas and who are not afraid, have remade Sabines’ motto and it now reads “Misdeeds, not words.” Sabines Guerrero is the person who best exemplifies the putrefied Mexican political class; he has the support of the PAN, the PRI, the PRD, and the movement of AMLO [Andres Manuel Lopez Obrador]. He’s generous with the media so that they will repeat what benefits him and silence everything that does not. He maintains an appearance, and it seems not to bother anyone that it is just that—an appearance—that in any case could be blown to smithereens at any moment, but he governs as if it was a matter of acting like the ruthless overseer of an hacienda porfirista [Porifirio Diaz, much hated pre-revolutionary Mexican president].
And yet, we’re still asked to provide “constructive criticism” to a movement that is led and directed toward repeating that same history, with different names, of oppression.
When will they understand that there are individuals, groups, collectives, organizations, and movements who have no interest in changing what’s up there, nor in renovating (better yet, recycling) a political class that is nothing but a parasite?
We don’t want a change of tyrants, of owners, of masters or of supreme saviors; rather, we don’t want any of them at all.
In sum, if there is something to be grateful for in all that has taken place above, it’s that it has shown the obvious theoretical poverty and strategic weakness of those that proposed and propose to maintain, regenerate, or recycle those above in order to exorcise the rebellion of those below.
I sincerely believe that any critical reflection must look away from that hypnotic carrousel called the political class in order to see other realities.
What can they lose? In any case, they’ll have more arguments in order to proclaim themselves “the only possible alternative.” After all, aren’t all the other alternatives soooo small and (oh!) sooooo radical?
Or, maybe, they actually will see….
That the heroic efforts of libertarian and anarchist collectives to subtract themselves from the logic of the capitalist market is an effect and a cause of radical thought and that the principal wager of the future will be based in radical thoughts. So they would be wise to listen to that motley way of having a sense of self-identity; the piercings, the tattoos, multi-colored hair, and all the other paraphernalia that so disgusts them.
Or, the struggles of independent left organizations that opt for organizing hired drivers, mini-micro-nano street vendors, or female tenant farmers (let’s give credit where credit is due, women are a majority in that struggle) instead of organizing automobile owners, chambers of commerce or VIP neighborhood associations. These (the former) groups are those who can testify to the important changes in their living conditions, and not through electoral welfare disguised as government policy, but rather through the organization of the collective for immediate, short term, and long term projects. There’s a reason that they remain independent, that is how they resist.
Or, the legendary resistance of the originary people of Mexico; if somebody knows anything about pain, it is them.
Or, the dignified rage of the mothers and fathers of the assassinated, disappeared, and imprisoned.
Because they (those above) would also do well to remember that nothing happens in this country…until women decide that it happen.
Or, the daily indignation of workers, housecleaners, peasants, indigenous peoples, and youth in the face of the cynicism displayed by politicians of all stripes and colors.
Or, the stubborn struggle of the workers from the Union of Mexican Electricians [SME] despite the enormous campaign of police and media repression unleashed against them.
Or, the persistent struggle for the liberation of political prisoners and the safe return of the disappeared.
Or maybe not? Perhaps the democracy that they want is actually a form of amnesia that is managed to their convenience? You choose what to see so that you can select what to forget?
III. The Individual Versus the Collective?
In your letter, Don Luis, you touch on the theme of the individual and the collective. A longstanding discussion from above opposes the two and has used this as an apology for a system, capitalism, against the alternatives that arise against it as resistance.
The collective, we are told, erases and subjugates individuality. And therefore, in a vulgar theoretical leap, they sing the praises of a system where, it is said, any individual can be whatever it is that they want to be, good or bad, because there is a guarantee of freedom.
It occurs to me that this “freedom” is something that should be looked at more closely, but maybe on another occasion, for now lets get back to the individual, man or woman, as the case may be.
The system sings the praises of the individual from above or from below.
For the individual above, highlighting the individuality of a person, good or bad, efficient or deficient, bright or dark, hides responsibility for a form of societal organization. And so we merely have bad individual leaders…or worse individual leaders (sorry, I haven’t found anyone who would let me put “or good”), bad economic actors, etc.
If the individual from above is evil, stupid, cruel and stubborn (I know, it would seem that I’m describing Felipe Calderón Hinojosa), what you have to do is remove this bad individual and put a good individual in their place. And if there are no good individuals, you could at least put in someone who is less bad (I know, seems like I’m repeating an election slogan that is five years old and ready to be recycled).
The system, i.e. the form of social organization, remains intact. Or with a few permissible variations. That is to say, you can make some changes, but without changing the fundamentals substance. Thus it is clear: there are few who are up there, and many more who are below, and those who are above are there on the backs of those below.
And to the individual below, they applaud and admire, because individual rebellion is not capable of putting the functioning of this form of social organization in danger. Or they ridicule and attack, because the individual is vulnerable.
Allow me, then, an arbitrary rhetoric: let’s say that the fundamental aspirations of every human are: life, freedom, truth. And that maybe you can speak of gradations: a better life, more freedom, greater knowledge.
Is it possible that the individual could reach the plenitude of their aspirations and their respective gradations in a collective? We believe so. In any case, we are sure that you cannot reach them without the collective.
“And where, with whom and against what?” These, we say are the questions whose response defines the place of the individual and of the collective in a society, in a precise calendar and geography.
And not only that. It also determines the relevance of critical reflection.
Earlier, I said that these collective reflections are not intended to reach the general truth, but to try to avoid the unanimous lie that they try to impose on us from above.
***
And now, a few words regarding the efforts of those who appear as isolated individuals.
To those who criticize the different initiatives that arise, although dispersed, from social suffering, be reminded that to judge and condemn those who do something is to absolve those who do nothing.
Because ending the arbitrariness, disorganizing the confusion, and stopping the war are collective tasks.
V. What Will Happen.
The world as we know it will be destroyed. Baffled and battered, they will have nothing to say to their colleagues when they ask “why?”
First, there will be spontaneous, violent, and fleeting demonstrations. Later,
a pause allowing for a sigh of relief (“phew! Glad that’s over my dear”). But soon new uprisings will follow, and this time they will be organized, carried out by collectives with identities.
Then they will see that the bridges that were destroyed, believing they had been erected to help the Barbarians, will not only be impossible to rebuild, but it will become apparent that those bridges were meant to help not the barbarians, but them.
And they will say that a time of darkness will come, but this won’t be anything but spite because the light that they were supposed to hold and administer was of no use whatsoever to these collectives who made their own light and with it and in it they walked and will walk.
The world won’t be the same world. It won’t even be better. But it will be a place where there is a new opportunity to construct peace with work and dignity, rather than this incessant swimming against the current in a nightmare that never ends.
And so, given a poem, in a painting about a crumbling wall you will read these words of Bertold Brecht:
You who will emerge from the flood in which we have gone under, when you speak of our failings, think also of the dark time that you have escaped. For we went, changing countries more often than our shoes, through the wars of classes, despairing, when there was only injustice and no rebellion. And, even so, we realized that hatred of oppression still disfigures one’s face. That anger at injustice still distorts one’s voice. Unfortunately we who wanted to pave the way for kindness could not be kind ourselves. But you, when the time comes that man can be friends with man, think of us with leniency.
Okay Don Luis. Health to you, and let not immobility triumph again.
From the mountains of the Mexican southeast.
Subcomandante Insurgente Marcos.
Mexico, April 2011
P.S. To conclude this letter, death came once again in its unforeseen way to a companion along this road. Felipe Toussaint Loera, a Christian of the kind who believes in the need for earthly justice, passed away one hot April afternoon. Felipe and others like him are those whom we have discussed in recent texts. He was and is part of this generation of men and women who were on the side of the indigenous when it wasn’t yet in fashion and remained there when it ceased to be. I remember, in one of the preparatory meetings for the Other Campaign in 2005, that he reaffirmed his commitment to inscribe his individual history in the history of a collective that is born again and again. Let’s celebrate his life, because in it, to the questions “where? with whom? against what?” Felipe responded: “below, with the indigenous who struggle, against the system that exploits them, deprives them, represses them and despises them.” All of the deaths from below hurt, but there are some that hurt more closely. Felipe’s death feels like something very much ours will be missing.
“Si en el cielo hay unanimidad, apartadme un lugar en el infierno”
(SupMarcos. Instrucciones para mi muerte II)
I.- LA PROSA DE LA CALAVERA.
Don Luis:
Salud y saludos maestro. Esperamos de veras que se encuentre mejor de salud y que la palabra sea como esos remedios caseros que alivian aunque nadie sabe cómo.
Cuando inicio estas líneas, el dolor y la rabia de Javier Sicilia (lejano a la distancia pero cercano en ideales desde antaño) se hacen eco que reverbera en nuestras montañas. Es de esperar y de esperanza que su legendaria tenacidad, así como ahora convoca nuestra palabra y acción, alcance a agrupar las rabias y dolores que se multiplican en suelos mexicanos.
De Don Javier Sicilia recordamos sus críticas irreductibles pero fraternas al sistema de educación autónoma en las comunidades indígenas zapatistas y su terquedad al recordar periódicamente, al finalizar su columna semanal en la revista mexicana PROCESO, el pendiente del cumplimiento de los Acuerdos de San Andrés.
La tragedia colectiva de una guerra insensata, concretada en la tragedia particular que lo hirió, ha colocado a Don Javier en una situación difícil y delicada. Muchos son los dolores que esperan encontrar eco y volumen en sus reclamos de justicia, y no son pocas las inquietudes que esperan que su voz acuerpe, que no dirija, las ignoradas voces de indignación.
Y también ocurre que en torno a su figura agigantada por el digno dolor, acechen los buitres carroñeros de la política de arriba, para quienes una muerte vale sólo si suma o resta en sus proyectos individuales y de grupúsculos, aunque se escondan detrás de una representatividad.
¿Un nuevo asesinato se hace visible? Pues entonces hay que ver cómo afecta eso la pueril contabilidad electoral. Para allá arriba importan las muertes si pueden incidir en la agenda electoral. Si no se pueden capitalizar en encuestas y tendencias de preferencia electoral, entonces vuelven a la lúgubre cuenta donde las muertes ya no importan, aunque sean decenas de miles, porque vuelven a ser un asunto individual.
Ignoro, al momento de escribirle estas palabras, los pasos que sigue ese dolor que convoca. Pero su reclamo de justicia, y todos los que en él se sintetizan, merecen nuestro respeto y apoyo, aún con nuestro pequeño ser y nuestras grandes limitaciones.
En el ir y venir de las noticias sobre ese suceso, se recuerda que Don Javier Sicilia es poeta. Tal vez por eso su persistente dignidad.
En su muy particular estilo de ver y explicar el mundo, el Viejo Antonio, ese indígena que fue maestro y guía de todos nosotros, decía que había personas que eran capaces de ver realidades que aún no existían y que, como no existían tampoco las palabras para describir esas realidades, entonces tenían que trabajar con las palabras ya existentes y acomodarlas de un modo extraño, en parte canto y en parte profecía.
El Viejo Antonio hablaba de la poesía y de quienes la hacen. (yo agregaría a quienes la traducen, porque l@s traductor@s de la poesía que habla lenguas lejanas también deben ser un mucho hacedor@s de poesía).
Los poetas, las poetisas, ¿ven más lejos o ven de otro modo? No lo sé, pero buscando algo que, dicho en el pasado, hablara del presente que nos duele y del futuro incierto, encontré este escrito de José Emilio Pacheco que me mandó hace tiempo un mi hermano mayor y que viene al pelo para que nadie entienda:
Prosa de la Calavera.
Como Ulises me llamo Nadie. Como el demonio de los Evangelios mi nombre es Legión. Soy tú porque eres yo. O serás porque fui. Tú y yo. Nosotros dos. Vosotros, los otros, los innumerables ustedes que se resuelven en mí.
(…)
Después fui, al punto de convertirme en lugar común, símbolo de la sabiduría. Porque lo más sabio es también lo más obvio. Como nadie quiere verlo de frente nunca estará de sobra repetirlo: No somos ciudadanos de este mundo sino pasajeros en tránsito por la tierra prodigiosa e intolerable.
Si la carne es hierba y nace para ser cortada, soy a tu cuerpo lo que el árbol a la pradera: no invulnerable, tampoco perdurable, sí material más empecinado o resistente.
Cuando tú y todos los nacidos en el hueco del tiempo que te fue dado en préstamo acaben de representar su papel en este drama, esta farsa, esta trágica y bufa comedia, yo permaneceré por largos años: descarnada desencarnada.
Serena mueca, secreto rostro que te niegas a ver (arráncate la máscara: en mí hallarás tu verdadera cara), aunque lo sabes íntimo y tuyo y siempre va contigo.
Y lleva adentro, en fugaces células que a cada instante mueren por millones, todo lo que eres: tu pensamiento, tu memoria, tus palabras, tus ambiciones, tus deseos, tus miedos, tus miradas que a golpes de luz erigen la apariencia del mundo, tu alejamiento o entendimiento de lo que realmente llamamos realidad.
Lo que te eleva por encima de tus olvidados semejantes, los animales, y lo que te sitúa por debajo de ellos: la señal de Caín, el odio a tu especie, tu capacidad bicéfala de hacer y destruir, hormiga y carcoma.
(…)
Porque voy con ustedes a todas partes. Siempre con él, con ella, contigo, esperando sin protestar, esperando. De los ejércitos de mis semejantes se ha forjado la historia. De la pulverización de mis añicos está amasada la tierra.
(…)
Así, quién lo diría, yo -máscara de la muerte- soy la más profunda entre tus señales de vida, tu huella final, tu última ofrenda de basura al planeta que ya no cabe en sí mismo de tantos muertos. Si bien sólo perduraré por breve tiempo, de todos modos muy superior al que te concedieron.
(…)
Toda belleza y toda inteligencia descansan en mí, y me repudias. Me ves como señal del miedo a los muertos que se resisten a estar muertos, o a la muerte llana y simple: tu muerte. Porque sólo puedo salir a flote con tu naufragio. Sólo cuando has tocado fondo aparezco.
Pero a cierta edad me insinúo en los surcos que me dibujan, en los cabellos que comparten mi gastada blancura. Yo, tu verdadera cara, tu apariencia última, tu rostro final que te hace Nadie y te vuelve Legión, hoy te ofrezco un espejo y te digo: Contémplate.
(José Emilio Pacheco, “Prosa de la calavera”, en “Fin de siglo y otros poemas”, México, Fondo de Cultura Económica / Secretaría de Educación Pública, Lecturas Mexicanas No. 44, 1984, pp. 114-117)
II.- LA PERTINENCIA DE LA REFLEXIÓN CRÍTICA.
“Cuando la hipocresía comienza a ser de muy mala
calidad, es hora de comenzar a decir la verdad”
Bertold Brecht.
La guerra de arriba sigue, y su paso de destrucción pretende también que todos empecemos a aceptar ese horror cotidiano como si fuera algo natural, algo imposible de cambiar. Como si la confusión reinante fuera premeditada y pretendiera democratizar una resignación que inmoviliza, que conforma, que derrota, que rinde.
En tiempos en que se organiza la confusión y se ejerce conscientemente la arbitrariedad, es preciso hacer algo.
Y un algo es tratar de desorganizar esa confusión con la reflexión crítica.
Como podrá ver en las misivas que le adjunto, Don Luis, se han sumado a este intercambio de reflexiones sobre la Ética y la Política, Carlos Antonio Aguirre Rojas, Raúl Zibechi, Sergio Rodríguez Lascano y Gustavo Esteva. Esperamos que más pensamientos se vayan agregando a este espacio.
Quisiera tocar en esta segunda carta nuestra, algunos de los puntos que toca usted en su respuesta y que, directa o indirectamente, también señalan nuestros corresponsales que lanzan sus ideas desde la Ciudad de México, Oaxaca y el Uruguay.
Todos abordan, con sus particularidades, es decir, en su calendario y su geografía propios, este asunto de la reflexión crítica. Estoy seguro que ninguno de nosotros (usted, ellos, nosotros) pretendemos que se establezcan verdades inamovibles. Nuestro propósito es arrojar piedras, bueno, ideas, al estanque aparentemente tranquilo del quehacer teórico actual.
El símil que uso de la piedra va más allá de la retórica de una superficie momentáneamente agitada por la piedra. Se trata de llegar al fondo. De no conformarse con lo evidente, sino atravesar con irreverencia el estanco estanque de las ideas y llegar al fondo, abajo.
En la época actual la reflexión crítica está aparentemente estancada. Y digo aparentemente si es que uno se atiene a lo que en los medios impresos y electrónicos se presenta como reflexión teórica. Y no se trata sólo de que lo urgente haya desplazado a lo importante, en este caso, los tiempos electorales a la destrucción del tejido social.
Se dice, por ejemplo, que el año que nos preocupa, el 2011, es un año electoral. Bueno, también lo fueron todos los años anteriores. Es más, la única fecha que no es electoral en el calendario de arriba es… el día de las elecciones.
Pero ya se ve que la inmediatez difícilmente puede diferenciar lo que pasó ayer de lo que pasó hace 17 años.
Salvo las “molestas” interrupciones de catástrofes naturales y humanas (porque los crímenes cotidianos de esta guerra son una catástrofe), los teóricos de arriba, o los pensadores de lo inmediato, vuelven una y otra vez sobre el tema electoral… o hacen malabarismos para ligar cualquier cosa al tema electoral.
La teoría chatarra, como la comida ídem, no nutre, sólo entretiene. Y de eso parece tratarse si nos atenemos a lo que aparece en la gran mayoría de los diarios y revistas, así como en los paneles de “especialistas” de los medios electrónicos de nuestro país.
Cuando estos expendedores de teoría chatarra miran hacia otras partes del Mundo y deducen que las movilizaciones que derrocan gobiernos son productos de celulares y redes sociales, y no de organización, capacidad de movilización y poder de convocatoria, expresan, a más de una ignorancia supina, el deseo inconfeso de conseguir, sin esfuerzo, su lugar en “LA HISTORIA”. “Twittea y ganarás los cielos” es su moderno credo.
Y, al igual que los “productos milagro”, estos exaltadores del Alzheimer teórico y político, promueven soluciones fáciles para el caos social actual.
A nadie se le ocurre que, tal y como lo presenta la publicidad, si usa tal loción para caballero o tal perfume para dama se verá instantáneamente en Francia, al pie de la Torre Eiffel, o en los bares del Londres de arriba.
Pero, al igual que los productos milagros que prometen bajar de peso sin hacer ejercicio y atascándose de comida, y hay personas que lo creen, también hay quien cree que se puede tener libertad, justicia y democracia con sólo tachar una boleta a favor de la permanencia del Partido Acción Nacional, del arribo del Partido de la Revolución Democrática o del regreso del Partido Revolucionario Institucional.
Cuando esta gente sentencia que sólo hay una opción, la vía electoral o la vía armada, no sólo demuestra su falta de imaginación y de conocimiento de la historia nacional y mundial. También, y sobre todo, vuelve a tejer la trampa que sirvió de argumento para la intolerancia y la exigencia de una unanimidad fascista y retrógrada para uno u otro lado del espectro político.
“Brillante” análisis éste que se plantea la urgencia de definiciones… frente a las opciones que imponen los de arriba.
Pero de las falsas opciones alerta muy bien Gustavo Esteva en su texto, y creo que da para un tema especial de este intercambio a la distancia.
En lugar de tratar de imponer sus endebles axiomas, podrían optar por debatir, por argumentar, por tratar de convencer. Pero no. Se trató y se trata de imponer.
Creo sinceramente que no les interesa debatir en serio. Y no sólo porque no tienen argumentos de peso (hasta ahora todo es un listado de buenas intenciones e ingenuidades que rayan en lo patético, donde el Partido Acción Nacional demuestra que el “modo Fox” no es un caso aislado sino toda una escuela de dirigentes en ese partido, donde el Partido Revolucionario Institucional predica el autismo frente a la historia propia, donde el vario pinto de la autodenominada izquierda institucional pretende convencer con consignas a falta de argumentos), sino porque no se trata de cambiar nada de fondo.
Es hasta cómico ver cómo se hacen malabares para encantar a las masas (sí, las desprecian pero las necesitan) y al mismo tiempo cortejar sin rubor al poder económico.
De lo que se trata, para ellos, es precisamente de maniobrar en el estrecho margen de los escombros del Estado Nacional en México para tratar de exorcizar una crisis que, cuando reviente, habrá de barrer también con ellos, es decir, con la clase política en su conjunto. En suma: para ellos es una cuestión de supervivencia individual.
La vocación de soplones, delatores y gendarmes le sienta bien a esta chatarra teórica que alentó la histeria intelectual y artística, primero en contra del movimiento estudiantil de 1999-2000 y su Consejo General de Huelga, y después contra todo lo que no aceptara las directivas de esta gavilla de policías del pensamiento y la acción.
Se trata de establecer una diferenciación que es más bien un exorcismo: están ellos, los bien portados, es decir, los civilizados, y están los otros, los bárbaros.
En su endeble tinglado teórico están, por un lado (y arriba), l@s individu@s brillantes, sapientes, mesurados, prudentes; y por el otro lado (y abajo) está la masa oscura, ignorante, arrebatada y provocadora.
Del lado de allá: los prudentes y maduros usurpadores de la representatividad de las mayorías.
Del lado de acá: las minorías violentas representándose sólo a ellas mismas.
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Pero supongamos que les interesa debatir y convencer.
Discutamos, por ejemplo, las reales consecuencia del proyecto transexenal de Acción Nacional de cambiar una conocida estrofa del Himno Nacional mexicano y en su lugar poner “Piensa, ¡Oh Patria Querida!, que el cielo una víctima colateral en cada hijo te dio” y frente al cual ninguno de los otros partidos ha planteado una alternativa puntual y firme.
O las supuestas bondades del regreso del Revolucionario Institucional y el consecuente refrendo de toda una cultura de corrupción y crimen que empapó al conjunto de la clase política de México.
O las posibilidades reales del proyecto de dar marcha atrás a la rueda de la historia y volver al Estado Benefactor que es la propuesta de la aún endeble coalición de oposición.
Todos, además de detestar la reflexión teórica (claro, la que no sea una púber autocomplacencia), se plantean un imposible: mantener, rescatar o regenerar los escombros de un Estado Nacional que dio a luz y acuerpó al sistema de partidos de Estado. Ése que encontró en el Partido Revolucionario Institucional su mejor espejo y frente al cual toda la clase política de arriba hoy se esmera en acicalarse.
¿O no se han dado cuenta de hasta qué punto están destruidas las bases de ese Estado? ¿Cómo mantener, rescatar o renovar un cadáver? Y aún así, hace tiempo que la clase política y analistas que la acompañan se esmeran en vano en embalsamar las ruinas.
Pero se entiende, la ignorancia no es condenable. Claro, a menos que se vista de sabiduría.
No es posible, decimos nosotros, plantearse cualquier tipo de solución al desastre del Estado Nacional sin tocar al sistema responsable de esa ruina y de la pesadilla que puebla todo el país.
Hay soluciones, decimos nosotros, pero sólo pueden nacer de abajo, de una propuesta radical que no espera a un consejo de sabios para legitimarse, sino que ya se vive, es decir, se lucha en varios rincones de nuestro país. Y que es, por tanto, no una propuesta unánime en su forma, en su modo, en su calendario, en su geografía. Es decir, es plural, incluyente, participativa. Nada que ver con las unanimidades que pretenden ser impuestas por azules, amarillos, rojos, verdes, rosas, y comparsas que los acompañan.
Pero nosotros reconocemos que podemos estar equivocados. Que puede ser, es un supositorio, que la destrucción perpetrada aún deje un margen de maniobra para rehacer desde arriba el tejido social.
Pero en lugar de alentar un debate serio y profundo, se nos pide que volvamos a callar y, otra vez, se nos impele de nuevo a apoyar a nuestros perseguidores, a quienes, por ejemplo, dan cobijo con sus palabras o su silencio a personas como Juan José Sabines Guerrero, quien desde el gobierno de Chiapas persigue y reprime a los que no se unen al falso coro de loas a sus mentiras hechas gobierno, a quien persigue a los defensores de los derechos humanos en la Costa y Altos de Chiapas y a los indígenas de San Sebastián Bachajón que se niegan a prostituir su tierra, a quien alienta la acción de grupos paramilitares en contra de las comunidades indígenas zapatistas.
Porque quienes realmente conocen lo que se está haciendo y deshaciendo en Chiapas y no temen, han renombrado el lema de Sabines y ahora lo llaman “Deshechos, no palabras”. Sabines Guerrero es lo que mejor representa a la putrefacta clase política mexicana: tiene el apoyo del PAN, del PRI, del PRD y del movimiento de AMLO; es generoso con los medios para que digan lo que conviene y callen lo que no le conviene; mantiene una apariencia que a nadie le parece importar que sea eso, una apariencia presta a hacerse añicos en cualquier momento; y gobierna como si del aplicado capataz de una hacienda porfirista se tratara.
Y todavía se nos exige “hacerle aportes críticos constructivos” a un movimiento dirigido y conducido para repetir la misma historia, con otros nombres, de opresión.
¿Cuándo van a entender que existen individuos, grupos, colectivos, organizaciones, movimientos, a quienes no nos interesa cambiar lo que está arriba ni renovar (es decir, reciclar) una clase política que no es más que un parásito?
Nosotros no queremos cambiar de tiranos, de dueños, de amos o de salvadores supremos, sino no tener ninguno.
Pero en fin, si algo hay que agradecer a lo ocurrido allá arriba, es que ha develado una vez más la pobreza teórica y la evidente debilidad estratégica de quienes se proponían y proponen mantener, relevar o reciclar a los de arriba para exorcizar la rebelión de los de abajo.
Creo sinceramente que una reflexión crítica profunda debiera tratar de apartar la mirada del hipnótico carrusel de la clase política y ver otras realidades.
¿Qué tienen qué perder? En todo caso, tendrán más argumentos para autoerigirse en “la única alternativa posible”. Después de todo, l@s otr@s son taaan pequeñ@s y (¡uff!) taaan radicales.
Aunque tal vez alcancen a ver…
Que el heroico esfuerzo de colectivos anarquistas y libertarios por sustraerse de la lógica del mercado capitalista es efecto y causa de un pensamiento radical. Y que el futuro tiene su apuesta principal en los pensamientos radicales. Así que bien harían en ver con respeto ese variopinto modo de tener identidad propia: los piercings, tatuajes, estoperoles, las greñas multicolores y demás parafernalia que tanto les repulsa.
O la lucha de organizaciones sociales de izquierda independiente, que optan por organizar choferes, mini-micro-nano comerciantes y colonas (lo que sea de cada quien, las hembras también ahí son mayoría), en lugar de organizar automovilistas, cámaras de comercio y asociaciones vecinales VIP, y que pueden dar cuenta de cambios importantes en sus condiciones de vida. Y no por la vía del asistencialismo electoral disfrazado de gestoría, sino por la organización del colectivo con proyectos inmediatos, mediatos y de largo plazo. Por algo es que se mantienen independientes y así resisten.
O la legendaria resistencia de los pueblos originarios. Si alguien sabe de dolor y lucha, son ellos.
O la digna rabia de las madres y padres de asesinad@s, desaparecid@s, pres@s. Porque bien harían en recordar que en este país no pasa nada… hasta que las mujeres deciden que pase.
O la indignación cotidiana de obrer@s, emplead@s, campesin@s, indígenas, joven@s frente al cinismo de los políticos sin distinción de color.
O la empecinada lucha de l@s trabajador@s del Sindicato Mexicano de Electricistas a pesar de, ellos sí, tener en contra una gigantesca campaña mediática, represión, cárcel y amenazas y hostigamientos.
O la persistente lucha por la libertad a l@s pres@s polític@s y la presentación con vida de los desaparecidos.
¿O no? ¿La democracia que quieren ellos no es sino una amnesia administrada a conveniencia? ¿Se escoge qué ver y así se elige qué olvidar?
III.- ¿EL INDIVIDUO CONTRA EL COLECTIVO?
En su misiva, Don Luis, toca usted el tema del individuo y del colectivo. Una añeja discusión de arriba los contrapone y ha usado eso para hacer la apología de un sistema, el capitalista, frente a las alternativas que surgen frente a él como resistencia.
El colectivo, se nos dice, borra la individualidad, la subyuga. Y entonces, en un salto teórico ramplón, se pasa a cantar alabanzas al sistema donde, se repite, cualquier individuo puede llegar a ser lo que sea, bueno o malo, porque existe la garantía de libertad.
Se me ocurre que esto de la “libertad” es algo sobre lo que habría que bordar más a fondo, pero tal vez sea en otra ocasión, por ahora volvamos al individuo… o individua, según el caso o cosa.
El sistema canta loas al individuo de arriba o al de abajo.
Al de arriba porque el resaltar su individualidad buena o mala, eficiente o deficiente, brillante u oscura, escamotea la responsabilidad de una forma de organización de la sociedad. Así tenemos que hay individuos gobernantes malos… o más malos (perdón, no encontré ninguno que me permitiera poner “o buenos”), individuos de poder económico ídem, etcétera.
Si el individuo de arriba es perverso, torpe, cruel y terco (lo sé, parece que estoy dando la media filiación de Felipe Calderón Hinojosa), entonces lo que se tiene que hacer es quitar a ese individuo malo y poner en su lugar a un individuo bueno. Y si no hay individuos buenos, pues entonces al menos malo (lo sé, parece que estoy repitiendo una consigna electoral de hace 5 años y pronta a reciclarse).
El sistema, es decir, la forma de organización social, queda intacto. O sujeto a las variaciones permisibles. Es decir, se pueden hacer algunos cambios, pero sin que cambie lo fundamental, a saber: hay unos pocos que están arriba, unos muchos que están abajo, y los que están arriba lo están a costa de los que están abajo.
Y al individuo de abajo se le aplaude y se le admira porque la rebeldía individual no es capaz de poner en serio peligro el funcionamiento de esa forma de organización social. O se le ridiculiza y ataca porque el individuo es vulnerable.
Permítaseme entonces una arbitrariedad retórica: digamos que los anhelos fundamentales de todo ser humano son: vida, libertad, verdad. Y que tal vez se puede hablar de una graduación: mejor vida, más libertad, mayor conocimiento.
¿Es posible que el individuo pueda alcanzar a plenitud estas aspiraciones y sus respectivas gradaciones en un colectivo? Nosotros creemos que sí. En todo caso, estamos seguros de que no puede alcanzarlas sin el colectivo.
“¿En dónde, con quién, contra qué?”. Éstas, decimos nosotros, son las preguntas cuya respuesta define el lugar del individuo y del colectivo en una sociedad, en un calendario y una geografía precisos.
Y no sólo. También definen la pertinencia de la reflexión crítica.
Antes dije que estas reflexiones colectivas no pretenden alcanzar la verdad general, pero sí tratan de alejarse de la mentira unánime que desde arriba se nos trata de imponer.
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Y sólo unas palabras sobre esfuerzos que ahora parecen de individuos solitarios.
A quienes critican las distintas iniciativas que, aún dispersas, surgen del dolor social, habría que recordarles que, al juzgar y condenar a quien hace algo, están absolviendo a quien nada hace.
Porque acabar con la arbitrariedad, desorganizar la confusión, parar la guerra, son tareas colectivas.
IV.- LO QUE VA A PASAR.
El mundo como ahora lo conocemos será destruido. Desconcertados y maltrechos, nada podrán responder a sus cercanos cuando les pregunten “¿Por qué?”
Primero serán movilizaciones espontáneas, violentas y fugaces. Luego un reflujo que les permitirá respirar tranquilos (“¡uf! ya pasó, mi buen”). Pero después vendrán nuevos levantamientos, pero organizados porque participarán colectivos con identidad.
Entonces verán que los puentes que destruyeron, creyendo que habían sido erigidos para ayudar a los bárbaros, no sólo serán imposibles de reconstruir, también se darán cuenta de que esos puentes eran para ser ayudados.
Y dirán ell@s que vendrá una época de oscurantismo, pero no será sino simple rencor porque la luz que pretendían detentar y administrar no servirá absolutamente para nada a esos colectivos que se hicieron de su propia luz, y con ella y en ella andan y andarán.
El mundo ya no será el mismo mundo. Ni siquiera será mejor. Pero se habrá dado una nueva oportunidad de ser el lugar donde la paz sea posible de construir con trabajo y dignidad, y no un continuo ir contra corriente en medio de una pesadilla sin fin.
Entonces, puesto que poesía, en una pinta sobre un muro derruido se leerán estas palabras de Bertold Brecht:
Vosotros, que surgiréis del marasmo en el que nosotros nos hemos hundido, cuando habléis de vuestras debilidades, pensad también en los tiempos sombríos de los que os habéis escapado. Cambiábamos de país como de zapatos a través de las guerras de clases, y nos desesperábamos donde sólo había injusticia y nadie se alzaba contra ella. Y sin embargo, sabíamos que también el odio contra la bajeza desfigura la cara. También la ira contra la injusticia pone ronca la voz. Desgraciadamente, nosotros, que queríamos preparar el camino para la amabilidad no pudimos ser amables. Pero vosotros, cuando lleguen los tiempos en que el hombre sea amigo del hombre, pensad en nosotros con indulgencia.
Vale Don Luis. Salud y que la inmovilidad no triunfe de nuevo.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Abril del 2011.
P.D.- Ya para terminar esta misiva, otra vez la muerte llegó con su imprevisto paso a un camino compañero. Felipe Toussaint Loera, un cristiano de esos que creen en la necesidad de la justicia terrenal, se fue una tarde de este caluroso abril. De Felipe y de otr@s como él son de quienes hablábamos en textos recientes. Él fue y es parte de esa generación de hombres y mujeres que han estado del lado de los indígenas cuando no estaban aún de moda y también cuando dejaron de estarlo. Lo recuerdo en una de las reuniones preparatorias de La Otra Campaña, en el 2005, ratificando su empeño en inscribir su historia individual en la historia de un colectivo renaciendo una y otra vez. Saludemos su vida, porque en ella, a las preguntas “¿dónde?, ¿con quién?, ¿contra qué?” Felipe se respondió: “abajo, con los indígenas que luchan, contra el sistema que los explota, los despoja, los reprime y los desprecia”. Todas las muertes de abajo duelen, pero hay unas que duelen más cerca. La de Felipe es como si algo muy nuestro nos faltara.
Mientras las Primavera Árabe estalló a través de la región de África Mediterránea y la gente salió a las calles en oposición a sus soberanos escleróticos y cleptocráticos que disfrutaban del apoyo Occidental, el Occidente ha metido su larga nariz en la carpa y ¡voilá! –surge una nueva guerra bendecida tanto por el Consejo de Seguridad de la ONU como por la Liga Árabe.
Claro que usan eufemismos como “Zona de No Vuelo” y “protección de civiles”, pero los que tenemos una pizca de memoria recordamos la “Zona de No Vuelo” impuesta hace una década sobre Irak, la cual degradó su capacidad defensora suficientemente para permitir la invasión y el siguiente desastre.
El presidente, ostensiblemente elegido para sacar a Estados Unidos de por lo menos una guerra “estúpida”, ha cedido a la presión derechista y corporativa para abrir la puerta a otra guerra.
Algunas personas plantean que no es lo mismo, que ésta es una “Zona de No Vuelo” y no un ataque, y que Libia no es Irak. De hecho, cualquier intervención armada en una guerra de otra nación es, pues, una guerra. Cuando Francia se unió con Estados Unidos en su lucha contra Inglaterra, se volvió combatiente contra Inglaterra.
Una “Zona de No Vuelo”, como un bloqueo, es un acta de guerra. Las puertas están abiertas.
¿Y quién se atreve a dudar que esto se trate de un Occidente que ha rebasado el pico del suministro de petróleo? Si Libia no tuviera petróleo, sería ignorado, como lo es el Congo, o Zimbabwe.
Al Occidente no le importaba cuando Israel convirtió a Líbano en escombros o dejó todo reducido a polvo en Gaza. Cuando asesinaron a civiles, esto se llamaba, en el mejor de los casos, “daños colaterales”. Recordemos la respuesta de la ex Secretaria de Estado Condoleeza Rize a preguntas sobre los despiadados bombardeos de objetivos civiles durante la obliteración de la infraestructura de Líbano; para ella, estos eran «…el sonido del nacimiento de la libertad”.
En lugar de imponerle una “Zona de no Vuelo” a Israel, ¡EU se apuró a venderle más aviones de combate! Ignoró los balidos patéticos de la Liga Árabe. Ah, sí, la Liga Árabe, fundada en 1945 para “mediar disputas entre los estados árabes”, ha sido utilizada para encubrir los intereses del Occidente. ¿Ustedes saben qué piensa de sus “aliados” árabes la inteligencia de EU? En su libro Legado de cenizas: La historia de la CIA [Legacy of Ashes: The History of the CIA (Doubleday: NY, 2007)], Tim Weiner cita a varios espías de alto rango de EU que se referían a los reyes de Jordania y Arabia Saudita, igual que los presidentes de Líbano e Irak, como “los cuatro perros callejeros”.
Esta guerra, como la de Irak, va a terminar en desastre. Luego miraremos hacia atrás y nos preguntaremos cómo llegamos a hacer esto.
Desde el corredor de la muerte soy Mumia Abu-Jamal.
–(c) ’11 maj
19 de marzo de 2011
Audio grabado por Noelle Hanrahan: www.prisonradio.org
Texto circulado por Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de Mumia, México
Para: Don Luis Villoro.
De: Subcomandante Insurgente Marcos.
Doctor, saludos.
Esperamos de veras que se encuentre mejor de salud y que tome estas líneas no sólo como vaivén de ideas, también como un abrazo cariñoso del todo que somos.
Le agradecemos el haber aceptado participar como corresponsal en este intercambio epistolar. Esperamos que de él surjan reflexiones que nos ayuden, allá y acá, a tratar de entender el calendario que padece nuestra geografía, es decir, nuestro México.
Permítame iniciar con una especie de esbozo. Se trata de ideas, fragmentadas como nuestra realidad, que pueden seguir su camino independiente o irse enlazando como una trenza (que es la mejor imagen que he encontrado para “dibujar” nuestro proceso de reflexión teórica), y que son producto de nuestra inquietud sobre lo que ocurre actualmente en México y en el mundo.
Y aquí inician estos apuntes apresurados sobre algunos temas, todos ellos relacionados con la ética y la política. O más bien sobre lo que nosotros alcanzamos a percibir (y a padecer) de ellos, y sobre las resistencias en general, y nuestra resistencia particular. Como es de esperar, en estos apuntes, el esquematismo y la reducción reinarán, pero creo que alcanzan para dibujar una o muchas líneas de discusión, de diálogo, de reflexión crítica.
Y de esto es precisamente de lo que se trata, de que la palabra vaya y venga, sorteando retenes y patrullajes militares y policíacos, de nuestro acá hasta su allá, aunque luego pasa que la palabra se va para otros lados y no importa si alguien la recoge y la lanza de nuevo (que para eso son las palabras y las ideas).
Aunque el tema en el que nos hemos puesto de acuerdo es el de Política y Ética, tal vez son necesarios algunos rodeos o, más mejor, aproximaciones desde puntos aparentemente distantes.
Y, puesto que se trata de reflexiones teóricas, habrá que empezar por la realidad, por lo que los detectives llaman “los hechos”.
En “Escándalo en Bohemia”, de Arthur Conan Doyle, el detective Sherlock Holmes le dice a su amigo, el Doctor Watson: “Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se ajusten a las teorías, en lugar de ajustar las teorías a los hechos”.
Podríamos empezar entonces por una descripción, apresurada e incompleta, de lo que la realidad nos presenta de la misma forma, es decir, sin anestesia alguna, y recabar algunos datos. Algo así como intentar reconstruir no sólo los hechos sino la forma en la que tomamos conocimiento de ellos.
Y lo primero que aparece en la realidad de nuestro calendario y geografía es una antigua conocida de los pueblos originarios de México: La Guerra.
I.- LAS GUERRAS DE ARRIBA.
“Y en el principio fueron las estatuas”.
Así podría iniciar un ensayo historiográfico sobre la guerra, o una reflexión filosófica sobre la real paridora de la historia moderna. Porque la estatuas bélicas esconden más de lo que muestran. Erigidas para cantar en piedra la memoria de victorias militares, no hacen sino ocultar el horror, la destrucción y la muerte de toda guerra. Y las pétreas figuras de diosas o ángeles coronados con el laurel de la victoria no sólo sirven para que el vencedor tenga memoria de su éxito, también para forjar la desmemoria en el vencido.
Pero en la actualidad esos espejos rocosos se encuentran en desuso. Además de ser sepultados cotidianamente por la crítica implacable de aves de todo tipo, han encontrado en los medios masivos de comunicación un competidor insuperable.
La estatua de Hussein, derribada en Bagdad durante la invasión norteamericana a Irak, no fue sustituida por una de George Bush, sino por los promocionales de las grandes firmas trasnacionales. Aunque el rostro bobo del entonces presidente de Estados Unidos bien podía servir para promover comida chatarra, las multinacionales prefirieron autoerigirse el homenaje de un nuevo mercado conquistado. Al negocio de la destrucción, siguió el negocio de la reconstrucción. Y, aunque las bajas en las tropas norteamericanas siguen, lo importante es el dinero que va y viene como debe ser: con fluidez y en abundancia.
La caída de la estatua de Saddam Hussein no es el símbolo de la victoria de la fuerza militar multinacional que invadió Irak. El símbolo está en el alza en las acciones de las firmas patrocinadoras.
“En el pasado fueron las estatuas, ahora son las bolsas de valores”.
Así podría seguir la historiografía moderna de la guerra.
Pero la realidad de la historia (ese caótico horror mirado cada vez menos y con más asepsia), compromete, pide cuentas, exige consecuencias, demanda. Una mirada honesta y un análisis crítico podrían identificar las piezas del rompecabezas y entonces escuchar, como un estruendo macabro, la sentencia:
“En el principio fue la guerra”.
La Legitimación de la Barbarie.
Quizá, en algún momento de la historia de la humanidad, el aspecto material, físico, de una guerra fue lo determinante. Pero, al avanzar la pesada y torpe rueda de la historia, eso no bastó. Así como las estatuas sirvieron para el recuerdo del vencedor y la desmemoria del vencido, en las guerras los contendientes necesitaron no sólo derrotar físicamente al contrario, sino también hacerse de una coartada propagandística, es decir, de legitimidad. Derrotarlo moralmente.
En algún momento de la historia fue la religión la que otorgó ese certificado de legitimidad a la dominación guerrera (aunque algunas de las últimas guerras modernas no parecen haber avanzado mucho en ese sentido)- Pero luego fue necesario un pensamiento más elaborado y la filosofía entró al relevo.
Recuerdo ahora unas palabras suyas: “La filosofía siempre ha tenido una relación ambivalente con el poder social y político. Por una parte, tomó la sucesión de la religión como justificadora teórica de la dominación. Todo poder constituido ha tratado de legitimarse, primero en una creencia religiosa, después en una doctrina filosófica. (…) Tal parece que la fuerza bruta que sustenta al dominio carecería de sentido para el hombre si no se justificara en un fin aceptable. El discurso filosófico, a la releva de la religión, ha estado encargado de otorgarle ese sentido; es un pensamiento de dominio.” (Luis Villoro. “Filosofía y Dominio”. Discurso de ingreso al Colegio Nacional. Noviembre de 1978).
En efecto, en la historia moderna esa coartada podía llegar a ser tan elaborada como una justificación filosófica o jurídica (los ejemplos más patéticos los ha dado la Organización de las Naciones Unidas, ONU). Pero lo fundamental era, y es, hacerse de una justificación mediática.
Si cierta filosofía (siguiéndolo, Don Luis: el “pensamiento de dominio” en contraposición al “pensamiento de liberación”) relevó a la religión en esa tarea de legitimación, ahora los medios masivos de comunicación han relevado a la filosofía.
¿Alguien recuerda que la justificación de la fuerza armada multinacional para invadir Irak era que el régimen de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva? Sobre eso se construyó un gigantesco andamiaje mediático que fue el combustible para una guerra que no ha terminado aún, al menos en términos militares. ¿Alguien recuerda que nunca se encontraron tales armas de destrucción masiva? Ya no importa si fue mentira, si hubo (y hay) horror, destrucción y muerte, perpetrados con una coartada falsa.
Cuentan que, para declarar la victoria militar en Irak, George W. Bush no esperó los informes de que se habían encontrado y destruido esas armas, ni la confirmación de que la fuerza multinacional controlaba ya, si no todo el territorio iraquí, sí al menos sus puntos nodales (la fuerza militar norteamericana se encontraba atrincherada en la llamada “zona verde” y ni siquiera podía aventurarse a salir a los barrios vecinos –véanse los estupendos reportajes de Robert Fisk para el periódico británico “The Independent”-).
No, el informe que recibió Washington y le permitió dar por terminada la guerra (que por cierto no termina aún), llegó de los consultores de las grandes trasnacionales: el negocio de la destrucción puede dar paso al negocio de la reconstrucción (sobre esto véanse los brillantes artículos de Naomi Klein en el semanario estadounidense “The Nation”, y su libro “La Doctrina del Shock”).
Así, lo esencial en la guerra no es sólo la fuerza física (o material), también es necesaria la fuerza moral que, en estos casos, es proporcionada por los medios masivos de comunicación (como antes por la religión y la filosofía).
La Geografía de la Guerra Moderna.
Si el aspecto físico lo referimos a un ejército, es decir, a una organización armada, mientras más fuerte es (es decir, mientras más poder de destrucción posee), más posibilidades de éxito tiene.
Si es el aspecto moral referido a un organismo armado, mientras más legítima es la causa que lo anima (es decir, mientras más poder de convocatoria tiene), entonces mayores son las posibilidades de conseguir sus objetivos.
El concepto de guerra se amplió: se trataba de no sólo de destruir al enemigo en su capacidad física de combate (soldados y armamento) para imponer la voluntad propia, también era posible destruir su capacidad moral de combate, aunque tuviera aún suficiente capacidad física.
Si las guerras se pudieran poner únicamente en el terreno militar (físico, ya que en esa referencia estamos), es lógico esperar que la organización armada con mayor poder de destrucción imponga su voluntad al contrario (tal es el objetivo del choque entre fuerzas) destruyendo su capacidad material de combate.
Pero ya no es posible ubicar ningún conflicto en el terreno meramente físico. Cada vez más es más complicado el terreno en el que las guerras (chicas o grandes, regulares o irregulares, de baja, mediana o alta intensidad, mundiales, regionales o locales) se realizan.
Detrás de esa gran e ignorada guerra mundial (“guerra fría” es como la llama la historiografía moderna, nosotros la llamamos “la tercera guerra mundial”), se puede encontrar una sentencia histórica que marcará las guerras por venir.
La posibilidad de una guerra nuclear (llevada al límite por la carrera armamentista que consistía, grosso modo, en cuántas veces se era capaz de destruir el mundo) abrió la posibilidad de “otro” final de un conflicto bélico: el resultado de un choque armado podía no ser la imposición de la voluntad de uno de los contrincantes sobre el otro, sino que podía suponer la anulación de las voluntades en pugna, es decir, de su capacidad material de combate. Y por “anulación” me refiero no sólo a “incapacidad de acción” (un “empate” pues), también (y sobre todo) a “desaparición”.
En efecto, los cálculos geomilitares nos decían que en una guerra nuclear no habría vencedores ni vencidos. Y más aún, no habría nada. La destrucción sería tan total e irreversible que la civilización humana dejaría su paso a la de las cucarachas.
El argumento recurrente en las altas esferas militares de las potencias de la época era que las armas nucleares no eran para pelear una guerra, sino para inhibirla. El concepto de “armamento de contención” se tradujo entonces al más diplomático de “elementos de disuasión”.
Reduciendo: la doctrina “moderna” militar se sintetizaba en: impedir que el contrario imponga su voluntad mayor (o “estratégica”), equivale a imponer la propia voluntad mayor (“estratégica”), es decir, desplazar las grandes guerras hacia las pequeñas o medianas guerras. Ya no se trataba de destruir la capacidad física y/o moral de combate del enemigo, sino de evitar que la empleara en un enfrentamiento directo. En cambio, se buscaba redefinir los teatros de la guerra (y la capacidad física de combate) de lo mundial a lo regional y local. En suma: diplomacia pacífica internacional y guerras regionales y nacionales.
Resultado: no hubo guerra nuclear (al menos todavía no, aunque la estupidez del capital es tan grande como su ambición), pero en su lugar hubo innumerables conflictos de todos los niveles que arrojaron millones de muertos, millones de desplazados de guerra, millones de toneladas métricas de material destruido, economías arrasadas, naciones destruidas, sistemas políticos hechos añicos… y millones de dólares de ganancia.
Pero la sentencia estaba dada para las guerras “más modernas” o “posmodernas”: son posibles conflictos militares que, por su naturaleza, sean irresolubles en términos de fuerza física, es decir, en imponer por la fuerza la voluntad al contrario.
Podríamos suponer entonces que se inició una lucha paralela SUPERIOR a las guerras “convencionales”. Una lucha por imponer una voluntad sobre la otra: la lucha del poderoso militarmente (o “físicamente” para poder transitar al microcosmos humano) por evitar que las guerras se libraran en terrenos donde no se pudieran tener resultados convencionales (del tipo “el ejército mejor equipado, entrenado y organizado será potencialmente victorioso sobre el ejército peor equipado, entrenado y organizado”). Podríamos suponer, entonces, que en su contra está la lucha del débil militarmente (o “físicamente”) por hacer que las guerras se libraran en terrenos donde el poderío militar no fuera el determinante.
Las guerras “más modernas” o “posmodernas” no son, entonces, las que ponen en el terreno armas más sofisticadas (y aquí incluyo no sólo a las armas como técnica militar, también las tomadas como tales en los organigramas militares: el arma de infantería, el de caballería, el arma blindada, etc.), sino las que son llevadas a terrenos donde la calidad y cantidad del poder militar no es el factor determinante.
Con siglos de retraso, la teoría militar de arriba descubría que, así las cosas, serían posibles conflictos en los que un contrincante abrumadoramente superior en términos militares fuera incapaz de imponer su voluntad a un rival débil.
Sí, son posibles.
Ejemplos en la historia moderna sobran, y las que ahora me vienen a la memoria son de derrotas de la mayor potencia bélica en el mundo, los Estados Unidos de América, en Vietnam y en Playa Girón. Aunque se podrían agregar algunos ejemplos de calendarios pasados y de nuestra geografía: las derrotas del ejército realista español por las fuerzas insurgentes en el México de hace 200 años.
Sin embargo, la guerra está ahí y sigue ahí su cuestión central: la destrucción física y/o moral del oponente para imponer la voluntad propia, sigue siendo el fundamento de la guerra de arriba.
Entonces, si la fuerza militar (o física, reitero) no sólo no es relevante sino que se puede prescindir de ella como variable determinante en la decisión final, tenemos que en el conflicto bélico entran otras variables o algunas de las presentes como secundarias pasan a primer plano.
Esto no es nuevo. El concepto de “guerra total” (aunque no como tal) tiene antecedentes y ejemplos. La guerra por todos los medios (militares, económicos, políticos, religiosos, ideológicos, diplomáticos, sociales y aún ecológicos) es el sinónimo de “guerra moderna”.
Pero falta lo fundamental: la conquista de un territorio. Es decir, que esa voluntad se impone en un calendario preciso sí, pero sobre todo en una geografía delimitada. Si no hay un territorio conquistado, es decir, bajo control directo o indirecto de la fuerza vencedora, no hay victoria.
Aunque se puede hablar de guerras económicas (como el bloqueo que el gobierno norteamericano mantiene contra la República de Cuba) o de aspectos económicos, religiosos, ideológicos, raciales, etc., de una guerra, el objetivo sigue siendo el mismo. Y en la época actual, la voluntad que trata de imponer el capitalismo es destruir/despoblar y reconstruir/reordenar el territorio conquistado.
Sí, las guerras ahora no se conforman con conquistar un territorio y recibir tributo de la fuerza vencida. En la etapa actual del capitalismo es preciso destruir el territorio conquistado y despoblarlo, es decir, destruir su tejido social. Hablo de la aniquilación de todo lo que da cohesión a una sociedad.
Pero no se detiene ahí la guerra de arriba. De manera simultánea a la destrucción y el despoblamiento, se opera la reconstrucción de ese territorio y el reordenamiento de su tejido social, pero ahora con otra lógica, otro método, otros actores, otro objetivo. En suma: las guerras imponen una nueva geografía.
Si en una guerra internacional, este proceso complejo ocurre en la nación conquistada y se opera desde la nación agresora, en una guerra local o nacional o civil el territorio a destruir/despoblar y reconstruir/reordenar es común a las fuerzas en pugna.
Es decir, la fuerza atacante victoriosa destruye y despuebla su propio territorio.
Y lo reconstruye y reordena según su plan de conquista o reconquista.
Aunque si no tiene plan… entonces “alguien” opera esa reconstrucción – reordenamiento.
Como pueblos originarios mexicanos y como EZLN algo podemos decir sobre la guerra. Sobre todo si se libra en nuestra geografía y en este calendario: México, inicios del siglo XXI…
II.- LA GUERRA DEL MÉXICO DE ARRIBA.
“Yo daría la bienvenida casi a cualquier guerra
porque creo que este país necesita una”.
Theodore Roosevelt.
Y ahora nuestra realidad nacional es invadida por la guerra. Una guerra que no sólo ya no es lejana para quienes acostumbraban verla en geografías o calendarios distantes, sino que empieza a gobernar las decisiones e indecisiones de quienes pensaron que los conflictos bélicos estaban sólo en noticieros y películas de lugares tan lejanos como… Irak, Afganistán,… Chiapas.
Y en todo México, gracias al patrocinio de Felipe Calderón Hinojosa, no tenemos que recurrir a la geografía del Medio Oriente para reflexionar críticamente sobre la guerra. Ya no es necesario remontar el calendario hasta Vietnam, Playa Girón, siempre Palestina.
Y no menciono a Chiapas y la guerra contra las comunidades indígenas zapatistas, porque ya se sabe que no están de moda, (para eso el gobierno del estado de Chiapas se ha gastado bastante dinero en conseguir que los medios no lo pongan en el horizonte de la guerra, sino de los “avances” en la producción de biodiesel, el “buen” trato a los migrantes, los “éxitos” agrícolas y otros cuentos engañabobos vendidos a consejos de redacción que firman como propios los boletines gubernamentales pobres en redacción y argumentos).
La irrupción de la guerra en la vida cotidiana del México actual no viene de una insurrección, ni de movimientos independentistas o revolucionarios que se disputen su reedición en el calendario 100 o 200 años después. Viene, como todas las guerras de conquista, desde arriba, desde el Poder.
Y esta guerra tiene en Felipe Calderón Hinojosa su iniciador y promotor institucional (y ahora vergonzante).
Quien se posesionó de la titularidad del ejecutivo federal por la vía del facto, no se contentó con el respaldo mediático y tuvo que recurrir a algo más para distraer la atención y evadir el masivo cuestionamiento a su legitimidad: la guerra.
Cuando Felipe Calderón Hinojosa hizo suya la proclama de Theodore Roosevelt (algunos adjudican la sentencia a Henry Cabot Lodge) de “este país necesita una guerra”, recibió la desconfianza medrosa de los empresarios mexicanos, la entusiasta aprobación de los altos mandos militares y el aplauso nutrido de quien realmente manda: el capital extranjero.
La crítica de esta catástrofe nacional llamada “guerra contra el crimen organizado” debiera completarse con un análisis profundo de sus alentadores económicos. No sólo me refiero al antiguo axioma de que en épocas de crisis y de guerra aumenta el consumo suntuario. Tampoco sólo a los sobresueldos que reciben los militares (en Chiapas, los altos mandos militares recibían, o reciben, un salario extra del 130% por estar en “zona de guerra”). También habría que buscar en las patentes, proveedores y créditos internacionales que no están en la llamada “Iniciativa Mérida”.
Si la guerra de Felipe Calderón Hinojosa (aunque se ha tratado, en vano, de endosársela a todos los mexicanos) es un negocio (que lo es), falta responder a las preguntas de para quién o quiénes es negocio, y qué cifra monetaria alcanza.
Algunas estimaciones económicas.
No es poco lo que está en juego:
(nota: las cantidades detalladas no son exactas debido a que no hay claridad en los datos gubernamentales oficiales. por lo que en algunos casos se recurrió a lo publicado en el Diario Oficial de la Federación y se completó con datos de las dependencias e información periodística seria).
En los primeros 4 años de la “guerra contra el crimen organizado” (2007-2010), las principales entidades gubernamentales encargadas (Secretaría de la Defensa Nacional –es decir: ejército y fuerza aérea-, Secretaría de Marina, Procuraduría General de la República y Secretaría de Seguridad Pública) recibieron del Presupuesto de Egresos de la Federación una cantidad superior a los 366 mil millones de pesos (unos 30 mil millones de dólares al tipo de cambio actual). Las 4 dependencias gubernamentales federales recibieron: en 2007 más de 71 mil millones de pesos; en 2008 más de 80 mil millones; en 2009 más de 113 mil millones y en 2010 fueron más de 102 mil millones de pesos. A esto habrá que sumar los más de 121 mil millones de pesos (unos 10 mil millones de dólares) que recibirán en este año del 2011.
Tan sólo la Secretaría de Seguridad Pública pasó de recibir unos 13 mil millones de pesos de presupuesto en el 2007, a manejar uno de más de 35 mil millones de pesos en el 2011 (tal vez es porque las producciones cinematográficas son más costosas).
De acuerdo al Tercer Informe de Gobierno de septiembre del 2009, al mes de junio de ese año, las fuerzas armadas federales contaban con 254, 705 elementos (202, 355 del Ejército y Fuerza Aérea y 52, 350 de la Armada.
En 2009 el presupuesto para la Defensa Nacional fue de 43 mil 623 millones 321 mil 860 pesos, a los que sumaron 8 mil 762 millones 315 mil 960 pesos (el 25.14% más), en total: más de 52 mil millones de pesos para el Ejército y Fuerza Aérea. La Secretaría de Marina: más de 16 mil millones de pesos: Seguridad Pública: casi 33 mil millones de pesos; y Procuraduría General de la República: más de 12 mil millones de pesos.
Total de presupuesto para la “guerra contra el crimen organizado” en 2009: más de 113 mil millones de pesos
En el año del 2010, un soldado federal raso ganaba unos 46, 380 pesos anuales; un general divisionario recibía 1 millón 603 mil 80 pesos al año, y el Secretario de la Defensa Nacional percibía ingresos anuales por 1 millón 859 mil 712 pesos.
Si las matemáticas no me fallan, con el presupuesto bélico total del 2009 (113 mil millones de pesos para las 4 dependencias) se hubieran podido pagar los salarios anuales de 2 millones y medio de soldados rasos; o de 70 mil 500 generales de división; o de 60 mil 700 titulares de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Pero, por supuesto, no todo lo que se presupuesta va a sueldos y prestaciones. Se necesitan armas, equipos, balas… porque las que se tienen ya no sirven o son obsoletas.
“Si el Ejército mexicano entrara en combate con sus poco más de 150 mil armas y sus 331.3 millones de cartuchos contra algún enemigo interno o externo, su poder de fuego sólo alcanzaría en promedio para 12 días de combate continuo, señalan estimaciones del Estado Mayor de la Defensa Nacional (Emaden) elaboradas por cada una de las armas al Ejército y Fuerza Aérea. Según las previsiones, el fuego de artillería de obuseros (cañones) de 105 milímetros alcanzaría, por ejemplo, para combatir sólo por 5.5 días disparando de manera continua las 15 granadas para dicha arma. Las unidades blindadas, según el análisis, tienen 2 mil 662 granadas 75 milímetros.
De entrar en combate, las tropas blindadas gastarían todos sus cartuchos en nueve días. En cuanto a la Fuerza Aérea, se señala que existen poco más de 1.7 millones de cartuchos calibre 7.62 mm que son empleados por los aviones PC-7 y PC-9, y por los helicópteros Bell 212 y MD-530. En una conflagración, esos 1.7 millones de cartuchos se agotarían en cinco días de fuego aéreo, según los cálculos de la Sedena. La dependencia advierte que los 594 equipos de visión nocturna y los 3 mil 95 GPS usados por las Fuerza Especiales para combatir a los cárteles de la droga, “ya cumplieron su tiempo de servicio”.
Las carencias y el desgaste en las filas del Ejército y Fuerza Aérea son patentes y alcanzan niveles inimaginados en prácticamente todas las áreas operativas de la institución. El análisis de la Defensa Nacional señala que los goggles de visión nocturna y los GPS tienen entre cinco y 13 años de antigüedad, y “ya cumplieron su tiempo de servicio”. Lo mismo ocurre con los “150 mil 392 cascos antifragmento” que usan las tropas. El 70% cumplió su vida útil en 2008, y los 41 mil 160 chalecos antibala lo harán en 2009. (…).
En este panorama, la Fuerza Aérea resulta el sector más golpeado por el atraso y dependencia tecnológicos hacia el extranjero, en especial de Estados Unidos e Israel. Según la Sedena, los depósitos de armas de la Fuerza Aérea tienen 753 bombas de 250 a mil libras cada una. Los aviones F-5 y PC-7 Pilatus usan esas armas. Las 753 existentes alcanzan para combatir aire-tierra por un día. Las 87 mil 740 granadas calibre 20 milímetros para jets F-5 alcanzan para combatir a enemigos externos o internos por seis días. Finalmente, la Sedena revela que los misiles aire-aire para los aviones F-5, es de sólo 45 piezas, lo cual representan únicamente un día de fuego aéreo.” Jorge Alejandro Medellín en “El Universal”, México, 02 de enero de 2009.
Esto se conoce en 2009, 2 años después del inicio de la llamada “guerra” del gobierno federal. Dejemos de lado la pregunta obvia de cómo fue posible que el jefe supremo de las fuerzas armadas, Felipe Calderón Hinojosa, se lanzara a una guerra (“de largo aliento” dice él) sin tener las condiciones materiales mínimas para mantenerla, ya no digamos para “ganarla”. Entonces preguntémonos: ¿Qué industrias bélicas se van a beneficiar con las compras de armamento, equipos y parque?
Si el principal promotor de esta guerra es el imperio de las barras y las turbias estrellas (haciendo cuentas, en realidad las únicas felicitaciones que ha recibido Felipe Calderón Hinojosa han venido del gobierno norteamericano), no hay que perder de vista que al norte del Río Bravo no se otorgan ayudas, sino que se hacen inversiones, es decir, negocios.
Victorias y derrotas.
¿Ganan los Estados Unidos con esta guerra “local”? La respuesta es: sí. Dejando de lado las ganancias económicas y la inversión monetaria en armas, parque y equipos (no olvidemos que USA es el principal proveedor de todo esto a los dos bandos contendientes: autoridades y “delincuentes” -la “guerra contra la delincuencia organizada” es un negocio redondo para la industria militar norteamericana-), está, como resultado de esta guerra, una destrucción / despoblamiento y reconstrucción / reordenamiento geopolítico que los favorece.
Esta guerra (que está perdida para el gobierno desde que se concibió, no como una solución a un problema de inseguridad, sino a un problema de legitimidad cuestionada), está destruyendo el último reducto que le queda a una Nación: el tejido social.
¿Qué mejor guerra para los Estados Unidos que una que le otorgue ganancias, territorio y control político y militar sin las incómodas “body bags” y los lisiados de guerra que le llegaron, antes, de Vietnam y ahora de Irak y Afganistán?
Las revelaciones de Wikileaks sobre las opiniones en el alto mando norteamericano acerca de las “deficiencias” del aparato represivo mexicano (su ineficacia y su contubernio con la delincuencia), no son nuevas. No sólo en el común de la gente, sino en altas esferas del gobierno y del Poder en México esto es una certeza. La broma de que es una guerra dispareja porque el crimen organizado sí está organizado y el gobierno mexicano está desorganizado, es una lúgubre verdad.
El 11 de diciembre del 2006, se inició formalmente esta guerra con el entonces llamado “Operativo Conjunto Michoacán”. 7 mil elementos del ejército, la marina y las policías federales lanzaron una ofensiva (conocida popularmente como “el michoacanazo”) que, pasada la euforia mediática de esos días, resultó ser un fracaso. El mando militar fue el general Manuel García Ruiz y el responsable del operativo fue Gerardo Garay Cadena de la Secretaría de Seguridad Pública. Hoy, y desde diciembre del 2008, Gerardo Garay Cadena está preso en el penal de máxima seguridad de Tepic, Nayarit, acusado de coludirse con “el Chapo” Guzmán Loera.
Y, a cada paso que se da en esta guerra, para el gobierno federal es más difícil explicar dónde está el enemigo a vencer.
Jorge Alejandro Medellín es un periodista que colabora con varios medios informativos -la revista “Contralínea”, el semanario “Acentoveintiuno”, y el portal de noticias “Eje Central”, entre otros -y se ha especializado en los temas de militarismo, fuerzas armadas, seguridad nacional y narcotráfico. En octubre del 2010 recibió amenazas de muerte por un artículo donde señaló posibles ligas del narcotráfico con el general Felipe de Jesús Espitia, ex comandante de la V Zona Militar y ex jefe de la Sección Séptima -Operaciones Contra el Narcotráfico- en el gobierno de Vicente Fox, y responsable del Museo del Enervante ubicado en las oficinas de la S-7. El general Espitia fue removido como comandante de la V Zona Militar ante el estrepitoso fracaso de los operativos ordenados por él en Ciudad Juárez y por la pobre respuesta que dio a las masacres cometidas en la ciudad fronteriza.
Pero el fracaso de la guerra federal contra la “delincuencia organizada”, la joya de la corona del gobierno de Felipe Calderón Hinojosa, no es un destino a lamentar para el Poder en USA: es la meta a conseguir.
Por más que se esfuercen los medios masivos de comunicación en presentar como rotundas victorias de la legalidad, las escaramuzas que todos los días se dan en el territorio nacional, no logran convencer.
Y no sólo porque los medios masivos de comunicación han sido rebasados por las formas de intercambio de información de gran parte de la población (no sólo, pero también las redes sociales y la telefonía celular), también, y sobre todo, porque el tono de la propaganda gubernamental ha pasado del intento de engaño al intento de burla (desde el “aunque no lo parezca vamos ganando” hasta lo de “una minoría ridícula”, pasando por las bravatas de cantina del funcionario en turno).
Sobre esta otra derrota de la prensa, escrita y de radio y televisión, volveré en otra misiva. Por ahora, y respecto al tema que ahora nos ocupa, basta recordar que el “no pasa nada en Tamaulipas” que era pregonado por las noticias (marcadamente de radio y televisión), fue derrotado por los videos tomados por ciudadanos con celulares y cámaras portátiles y compartidos por internet.
Pero volvamos a la guerra que, según Felipe Calderón Hinojosa, nunca dijo que es una guerra. ¿No lo dijo, no lo es?
“Veamos si es guerra o no es guerra: el 5 de diciembre de 2006, Felipe Calderón dijo: “Trabajamos para ganar la guerra a la delincuencia…”. El 20 de diciembre de 2007, durante un desayuno con personal naval, el señor Calderón utilizó hasta en cuatro ocasiones en un sólo discurso, el término guerra. Dijo: “La sociedad reconoce de manera especial el importante papel de nuestros marinos en la guerra que mi Gobierno encabeza contra la inseguridad…”, “La lealtad y la eficacia de las Fuerzas Armadas, son una de las más poderosas armas en la guerra que libramos contra ella…”, “Al iniciar esta guerra frontal contra la delincuencia señalé que esta sería una lucha de largo aliento”, “…así son, precisamente, las guerras…”.
Pero aún hay más: el 12 de septiembre de 2008, durante la Ceremonia de Clausura y Apertura de Cursos del Sistema Educativo Militar, el autollamado “Presidente del empleo”, se dio vuelo pronunciando hasta en media docena de ocasiones, el término guerra contra el crimen: “Hoy nuestro país libra una guerra muy distinta a la que afrontaron los insurgentes en el 1810, una guerra distinta a la que afrontaron los cadetes del Colegio Militar hace 161 años…” “…todos los mexicanos de nuestra generación tenemos el deber de declarar la guerra a los enemigos de México… Por eso, en esta guerra contra la delincuencia…” “Es imprescindible que todos los que nos sumamos a ese frente común pasemos de la palabra a los hechos y que declaremos, verdaderamente, la guerra a los enemigos de México…” “Estoy convencido que esta guerra la vamos a ganar…” (Alberto Vieyra Gómez. Agencia Mexicana de Noticias, 27 de enero del 2011).
Al contradecirse, aprovechando el calendario, Felipe Calderón Hinojosa no se enmienda la plana ni se corrige conceptualmente. No, lo que ocurre es que las guerras se ganan o se pierden (en este caso, se pierden) y el gobierno federal no quiere reconocer que el punto principal de su gestión ha fracasado militar y políticamente.
¿Guerra sin fin? La diferencia entre la realidad… y los videojuegos.
Frente al fracaso innegable de su política guerrerista, ¿Felipe Calderón Hinojosa va a cambiar de estrategia?
La respuesta es NO. Y no sólo porque la guerra de arriba es un negocio y, como cualquier negocio, se mantiene mientras siga produciendo ganancias.
Felipe Calderón Hinojosa, el comandante en jefe de las fuerzas armadas; el ferviente admirador de José María Aznar; el autodenominado “hijo desobediente”; el amigo de Antonio Solá; el “ganador” de la presidencia por medio punto porcentual de la votación emitida gracias a la alquimia de Elba Esther Gordillo; el de los desplantes autoritarios más bien cercanos al berrinche (“o bajan o mando por ustedes”); el que quiere tapar con más sangre la de los niños asesinados en la Guardería ABC, en Hermosillo, Sonora; el que ha acompañado su guerra militar con una guerra contra el trabajo digno y el salario justo; el del calculado autismo frente a los asesinatos de Marisela Escobedo y Susana Chávez Castillo; el que reparte etiquetas mortuorias de “miembros del crimen organizado” a los niños y niñas, hombres y mujeres que fueron y son asesinados porque sí, porque les tocó estar en el calendario y la geografía equivocados, y no alcanzan siquiera el ser nombrados porque nadie les lleva la cuenta ni en la prensa, ni en las redes sociales.
Él, Felipe Calderón Hinojosa, es también un fan de los videojuegos de estrategia militar.
Felipe Calderón Hinojosa es el “gamer” “que en cuatro años convirtió un país en una versión mundana de The Age of Empire -su videojuego preferido-, (…) un amante -y mal estratega- de la guerra” (Diego Osorno en “Milenio Diario”, 3 de octubre del 2010).
Es él que nos lleva a preguntar: ¿está México siendo gobernado al estilo de un videojuego? (creo que yo sí puedo hacer este tipo de preguntas comprometedoras sin riesgo a que me despidan por faltar a un “código de ética” que se rige por la publicidad pagada).
Felipe Calderón Hinojosa no se detendrá. Y no sólo porque las fuerzas armadas no se lo permitirían (los negocios son negocios), también por la obstinación que ha caracterizado la vida política del “comandante en jefe” de las fuerzas armadas mexicanas.
Hagamos un poco de memoria: En marzo del 2001, cuando Felipe Calderón Hinojosa era el coordinador parlamentario de los diputados federales de Acción Nacional, se dio aquel lamentable espectáculo del Partido Acción Nacional cuando se negó a que una delegación indígena conjunta del Congreso Nacional Indígena y del EZLN hicieran uso de la tribuna del Congreso de la Unión en ocasión de la llamada “marcha del color de la tierra”.
A pesar de que se estaba mostrando al PAN como una organización política racista e intolerante (y lo es) por negar a los indígenas el derecho a ser escuchados, Felipe Calderón Hinojosa se mantuvo en su negativa. Todo le decía que era un error asumir esa posición, pero el entonces coordinador de los diputados panistas no cedió (y terminó escondido, junto con Diego Fernández de Cevallos y otros ilustres panistas, en uno de los salones privados de la cámara, viendo por televisión a los indígenas hacer uso de la palabra en un espacio que la clase política reserva para sus sainetes).
“Sin importar los costos políticos”, habría dicho entonces Felipe Calderón Hinojosa.
Ahora dice lo mismo, aunque hoy no se trata de los costos políticos que asuma un partido político, sino de los costos humanos que paga el país entero por esa tozudez.
Estando ya por terminar esta misiva, encontré las declaraciones de la secretaria de seguridad interior de Estados Unidos, Janet Napolitano, especulando sobre las posibles alianzas entre Al Qaeda y los cárteles mexicanos de la droga. Un día antes, el subsecretario del Ejército de Estados Unidos, Joseph Westphal, declaró que en México hay una forma de insurgencia encabezada por los cárteles de la droga que potencialmente podrían tomar el gobierno, lo cual implicaría una respuesta militar estadunidense. Agregó que no deseaba ver una situación en donde soldados estadunidenses fueran enviados a combatir una insurgencia “sobre nuestra frontera… o tener que enviarlos a cruzar esa frontera” hacia México.
Mientras tanto, Felipe Calderón Hinojosa, asistía a un simulacro de rescate en un pueblo de utilería, en Chihuahua, y se subió a un avión de combate F-5, se sentó en el asiento del piloto y bromeó con un “disparen misiles”.
¿De los videojuegos de estrategia a los “simuladores de combate aéreo” y “disparos en primera persona”? ¿Del Age of Empires al HAWX?
El HAWX es un videojuego de combate aéreo donde, en un futuro cercano, las empresas militares privadas (“Private military company”) han reemplazado a los ejércitos gubernamentales en varios países. La primera misión del videojuego consiste en bombardear Ciudad Juárez, Chihuahua, México, porque las “fuerzas rebeldes” se han apoderado de la plaza y amenazan con avanzar a territorio norteamericano-.
No en el videojuego, sino en Irak, una de las empresas militares privadas contratadas por el Departamento de Estado norteamericano y la Agencia Central de Inteligencia fue “Blackwater USA”, que después cambió su nombre a “Blackwater Worldwide”. Su personal cometió serios abusos en Irak, incluyendo el asesinato de civiles. Ahora cambió su nombre a “Xe Services LL” y es el más grande contratista de seguridad privada del Departamento de Estado norteamericano. Al menos el 90% de sus ganancias provienen de contratos con el gobierno de Estados Unidos.
El mismo día en el que Felipe Calderón Hinojosa bromeaba en el avión de combate (10 de febrero de 2011), y en el estado de Chihuahua, una niña de 8 años murió al ser alcanzada por una bala en un tiroteo entre personas armadas y miembros del ejército.
¿Cuándo va a terminar esa guerra?
¿Cuándo aparecerá en la pantalla del gobierno federal el “game over” del fin del juego, seguido de los créditos de los productores y patrocinadores de la guerra?
¿Cuándo va poder decir Felipe Calderón “ganamos la guerra, hemos impuesto nuestra voluntad al enemigo, le hemos destruido su capacidad material y moral de combate, hemos (re) conquistado los territorios que estaban en su poder”?
Desde que fue concebida, esa guerra no tiene final y también está perdida.
No habrá un vencedor mexicano en estas tierras (a diferencia del gobierno, el Poder extranjero sí tiene un plan para reconstruir – reordenar el territorio), y el derrotado será el último rincón del agónico Estado Nacional en México: las relaciones sociales que, dando identidad común, son la base de una Nación.
Aún antes del supuesto final, el tejido social estará roto por completo.
Resultados: la Guerra arriba y la muerte abajo.
Veamos que informa el Secretario de Gobernación federal sobre la “no guerra” de Felipe Calderón Hinojosa:
“El 2010 fue el año más violento del sexenio al acumularse 15 mil 273 homicidios vinculados al crimen organizado, 58% más que los 9 mil 614 registrados durante el 2009, de acuerdo con la estadística difundida este miércoles por el Gobierno Federal. De diciembre de 2006 al final de 2010 se contabilizaron 34 mil 612 crímenes, de las cuales 30 mil 913 son casos señalados como “ejecuciones”; tres mil 153 son denominados como “enfrentamientos” y 544 están en el apartado “homicidios-agresiones”. Alejandro Poiré, secretario técnico del Consejo de Seguridad Nacional, presentó una base de datos oficial elaborada por expertos que mostrará a partir de ahora “información desagregada mensual, a nivel estatal y municipal” sobre la violencia en todo el país.” (Periódico “Vanguardia”, Coahuila, México, 13 de enero del 2011)
Preguntemos: De esos 34 mil 612 asesinados, ¿cuántos eran delincuentes? Y los más de mil niños y niñas asesinados (que el Secretario de Gobernación “olvidó” desglosar en su cuenta), ¿también eran “sicarios” del crimen organizado? Cuando en el gobierno federal se proclama que “vamos ganando”, ¿a qué cartel de la droga se refieren? ¿Cuántas decenas de miles más forman parte de esa “ridícula minoría” que es el enemigo a vencer?
Mientras allá arriba tratan inútilmente de desdramatizar en estadísticas los crímenes que su guerra ha provocado, es preciso señalar que también se está destruyendo el tejido social en casi todo el territorio nacional.
La identidad colectiva de la Nación está siendo destruida y está siendo suplantada por otra.
Porque “una identidad colectiva no es más que una imagen que un pueblo se forja de sí mismo para reconocerse como perteneciente a ese pueblo. Identidad colectiva es aquellos rasgos en que un individuo se reconoce como perteneciente a una comunidad. Y la comunidad acepta este individuo como parte de ella. Esta imagen que el pueblo se forja no es necesariamente la perduración de una imagen tradicional heredada, sino que generalmente se la forja el individuo en tanto pertenece a una cultura, para hacer consistente su pasado y su vida actual con los proyectos que tiene para esa comunidad.
Entonces, la identidad no es un simple legado que se hereda, sino que es una imagen que se construye, que cada pueblo se crea, y por lo tanto es variable y cambiante según las circunstancias históricas”. (Luis Villoro, noviembre de 1999, entrevista con Bertold Bernreuter, Aachen, Alemania).
En la identidad colectiva de buena parte del territorio nacional no está, como se nos quiere hacer creer, la disputa entre el lábaro patrio y el narco-corrido (si no se apoya al gobierno entonces se apoya a la delincuencia, y viceversa).
No.
Lo que hay es una imposición, por la fuerza de las armas, del miedo como imagen colectiva, de la incertidumbre y la vulnerabilidad como espejos en los que esos colectivos se reflejan.
¿Qué relaciones sociales se pueden mantener o tejer si el miedo es la imagen dominante con la cual se puede identificar un grupo social, si el sentido de comunidad se rompe al grito de “sálvese quien pueda”?
De esta guerra no sólo van a resultar miles de muertos… y jugosas ganancias económicas.
También, y sobre todo, va a resultar una nación destruida, despoblada, rota irremediablemente.
III.- ¿NADA QUÉ HACER?
A quienes sacan sus mezquinas sumas y restas electorales en esta cuenta mortal, les recordamos:
Hace 17 años, el 12 de enero de 1994, una gigantesca movilización ciudadana (ojo: sin jefes, comandos centrales, líderes o dirigentes) paró la guerra acá. Frente al horror, la destrucción y las muertes, hace 17 años la reacción fue casi inmediata, contundente, eficaz.
Ahora es el pasmo, la avaricia, la intolerancia, la ruindad que escatima apoyos y convoca a la inmovilidad… y la ineficacia.
La iniciativa loable de un grupo de trabajadores de la cultura (“NO MÁS SANGRE”) fue descalificada desde su inicio por no “plegarse” ante un proyecto electoral, por no cumplir el mandato de esperar al 2012.
Ahora que tienen la guerra allá, en sus ciudades, en sus calles, en sus carreteras, en sus casas, ¿qué han hecho? Digo, además de “plegarse” ante quien tiene “el mejor proyecto”.
¿Pedirle a la gente que espere al 2012? ¿Qué entonces sí hay que volver a votar por el menos malo y ahora sí se va a respetar el voto?
Si van más de 34 mil muertos en 4 años, son más de 8 mil muertes anuales. Es decir, ¿hay que esperar 16 mil muertos más para hacer algo?
Porque se va a poner peor. Si los punteros actuales para las elecciones presidenciales del 2012 (Enrique Peña Nieto y Marcelo Ebrard), gobiernan las entidades con mayor número de ciudadanos, ¿no es de esperar que ahí aumente la “guerra contra la delincuencia organizada” con su cauda de “daños colaterales”?
¿Qué van a hacer? Nada. Van a seguir el mismo camino de intolerancia y satanización de hace 4 años, cuando en el 2006 todo lo que no fuera a favor de López Obrador era acusado de servir a la derecha. L@s que nos atacaron y calumniaron entonces y ahora, siguen el mismo camino frente a otros movimientos, organizaciones, protestas, movilizaciones.
¿Por qué la supuesta gran organización nacional que se prepara para que en las próximas elecciones federales, ahora sí, gane un proyecto alternativo de nación, no hace algo ahora? Digo, si piensan que pueden movilizar a millones de mexicanos para que voten por alguien, ¿por qué no movilizarlos para parar la guerra y que el país sobreviva? ¿O es un cálculo mezquino y ruin? ¿Qué la cuenta de muertes y destrucción reste al oponente y sume al elegido?
Hoy, en medio de esta guerra, el pensamiento crítico vuelve a ser postergado. Primero lo primero: el 2012 y las respuestas a las preguntas sobre los “gallos”, nuevos o reciclados, para ese futuro que se desmorona desde hoy. Todo debe subordinarse a ese calendario y a sus pasos previos: las elecciones locales en Guerrero, Baja California Sur, Hidalgo, Nayarit, Coahuila, el Estado de México.
Y mientras todo se derrumba, nos dicen que lo importante es analizar los resultados electorales, las tendencias, las posibilidades. Llaman a aguantar hasta que sea el momento de tachar la boleta electoral, y de vuelta a esperar que todo se arregle y se vuelva a levantar el frágil castillo de naipes de la clase política mexicana.
¿Recuerdan que ellos se burlaron y atacaron el que desde el 2005 llamáramos a la gente a organizarse según sus propias demandas, historia, identidad y aspiraciones y no apostar a que alguien allá arriba iba a solucionar todo?
¿Nos equivocamos nosotros o ellos?
¿Quién en las principales ciudades se atreve a decir que puede salir con tranquilidad ya no en la madrugada, sino apenas anochece?
¿Quién hace suyo el “vamos ganando” del gobierno federal y ve con respeto, y no con miedo, a soldados, marinos y policías?
¿Quiénes son los que se despiertan ahora sin saber si van a estar vivos, sanos o libres al finalizar el día que comienza?
¿Quiénes no pueden ofrecer a la gente una salida, una alternativa, que no sea esperar a las próximas elecciones?
¿Quiénes no pueden echar a andar una iniciativa que realmente prenda localmente, no digamos a nivel nacional?
¿Quiénes se quedaron solos?
Porque al final, quienes van a permanecer serán quienes resistieron; quienes no se vendieron; quienes no se rindieron; quienes no claudicaron; quienes entendieron que las soluciones no vienen de arriba, sino que se construyen abajo; quienes no apostaron ni apuestan a las ilusiones que vende una clase política que tiene tiempo que apesta como un cadáver; quienes no siguieron el calendario de arriba ni adecuaron su geografía a ese calendario convirtiendo un movimiento social en una lista de números de credenciales del IFE; quienes frente a la guerra no se quedaron inmóviles, esperando el nuevo espectáculo malabarista de la clase política en la carpa circense electoral, sino que construyeron una alternativa social, no individual, de libertad, justicia, trabajo y paz.
IV.- LA ÉTICA Y NUESTRA OTRA GUERRA.
Antes hemos dicho que la guerra es inherente al capitalismo y que la lucha por la paz es anticapitalista.
Usted, Don Luis, ha dicho también antes que “la moralidad social constituye sólo un primer nivel, precrítico, de la ética. La ética crítica empieza cuando el sujeto se distancia de las formas de moralidad existentes y se pregunta por la validez de sus reglas y comportamientos. Puede percatarse de que la moralidad social no cumple las virtudes que proclama”
¿Es posible traer la Ética a la guerra? ¿Es posible hacerla irrumpir por entre desfiles castrenses, grados militares, retenes, operativos, combates, muertes? ¿Es posible traerla a cuestionar la validez de las reglas y comportamientos militares?
¿O el planteamiento de su posibilidad no es más que un ejercicio de especulación filosófica?
Porque tal vez la inclusión de ese “otro” elemento en la guerra sólo sería posible en una paradoja. Incluir la ética como factor determinante de un conflicto traería como consecuencia un reconocimiento radical: el contrincante sabe que el resultado de su “triunfo” será su derrota.
Y no me refiero a la derrota como “destrucción” o “abandono”, sino a la negación de la existencia como fuerza beligerante. Esto es, una fuerza hace una guerra que, si la gana, significará su desaparición como fuerza. Y si la pierde igual, pero nadie hace una guerra para perderla (bueno, Felipe Calderón Hinojosa sí).
Y aquí está la paradoja de la guerra zapatista: si perdemos, ganamos; y si ganamos, ganamos. La clave está en que la nuestra es una guerra que no pretende destruir al contrario en el sentido clásico.
Es una guerra que trata de anular el terreno de su realización y las posibilidades de los contrincantes (nosotros incluidos).
Es una guerra para dejar de ser lo que ahora somos y así ser lo que debemos ser.
Esto ha sido posible porque reconocemos al otro, a la otra, a lo otro, que, en otras tierras de México y del Mundo, y sin ser iguales a nosotros, sufren los mismos dolores, sostienen resistencias semejantes, que luchan por una identidad múltiple que no anule, avasalle, conquiste, y que anhelan un mundo sin ejércitos.
Hace 17 años, el 1 de enero de 1994, se hizo visible la guerra contra los pueblos originarios de México.
Mirando la geografía nacional en este calendario, nosotros recordamos:
¿No éramos nosotros, los zapatistas, los violentos? ¿No se nos acusó a nosotros de pretender partir el territorio nacional? ¿No se dijo que nuestro objetivo era destruir la paz social, minar las instituciones, sembrar el caos, promover el terror y acabar con el bienestar de una Nación libre, independiente y soberana? ¿No se señaló hasta el hartazgo que nuestra demanda de reconocimiento a los derechos y la cultura indígenas socavaba el orden social?
Hace 17 años, el 12 de enero de 1994, una movilización civil, sin pertenencia política definida, nos demandó intentar el camino del diálogo para resolver nuestras demandas.
Nosotros cumplimos.
Una y otra vez, a pesar de la guerra en contra nuestra, insistimos en iniciativas pacíficas.
Durante años hemos resistido ataques militares, ideológicos y económicos, y ahora el silencio sobre lo que acá ocurre.
En las condiciones más difíciles no sólo no nos rendimos, ni nos vendimos, ni claudicamos, también construimos mejores condiciones de vida en nuestros pueblos.
Al principio de esta misiva dije que la guerra es una vieja conocida de los pueblos originarios, de los indígenas mexicanos.
Más de 500 años después, más de 200 años después, más de 100 años después, y ahora con ese otro movimiento que reclama su múltiple identidad comunal, decimos:
Aquí estamos.
Tenemos identidad.
Tenemos sentido de comunidad porque ni esperamos ni suspiramos porque vinieran de arriba las soluciones que necesitamos y merecemos.
Porque no sujetamos nuestro a andar a quien hacia arriba mira.
Porque, manteniendo la independencia de nuestra propuesta, nos relacionamos con equidad con lo otro que, como nosotros, no sólo resiste, también se ha ido construyendo una identidad propia que le da pertenencia social, y ahora también le representa la única oportunidad sólida de supervivencia al desastre.
Nosotros somos pocos, nuestra geografía es limitada, somos nadie.
Somos pueblos originarios dispersos en la geografía y el calendario más distantes.
Nosotros somos otra cosa.
Somos pocos y nuestra geografía es limitada.
Pero en nuestro calendario no manda la zozobra.
Nosotros sólo nos tenemos a nosotros mismos.
Tal vez es poco lo que tenemos, pero no tenemos miedo.
Vale, Don Luis. Salud y que la reflexión crítica anime nuevos pasos.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, Enero-Febrero del 2011
Organizaciones informan a la ONU sobre el secuestro de los familiares de Josefina Reyes
Amnistía Internacional realiza acción urgente a favor de los familiares desaparecidos de Josefina.
El 7 de febrero de 2011, en el poblado de Guadalupe Distrito Bravos, en el Valle de Juárez, Chihuhua, hombres armados con cuernos de chivo que tripulaban una camioneta marca Durango, color arena, obligaron a la familia de Josefina Reyes a detener su vehículo e hicieron algunos disparos al aire. El comando detuvo a Elías Reyes Salazar, de 58 años, Malena Reyes Salazar, de 47 años y Luisa Ornelas Soto, de 52 años. Elías y Malena son hermanos de Josefina Reyes y desde ese momento, se encuentran desaparecidos.
Las organizaciones firmantes consideran que no es un hecho aislado. El 3 de enero de 2010 Josefina Reyes, defensora de derechos humanos quien denunció abusos militares en Ciudad Juárez, incluyendo el de sus propios hijos, fue asesinada. El crimen continúa impune. El 18 de agosto de 2010, Rubén Reyes, hermano de Josefina fue asesinado. Tampoco hay resultados en las investigaciones de este asesinato.
Emilia González, de COSSYDHAC señaló: «las autoridades tienen una oportunidad para poner fin a la impunidad en los atentados y ataques contra los defensores de derechos humanos y sus familias en el estado de Chihuahua. Los urgimos a que investiguen este caso con la gravedad y urgencia que merece».
Hace algunos días, Margaret Sekaggya, relatora de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para los defensores de derechos humanos expresó que México es uno de los países más peligrosos para las «defensoras que luchan en contra de la impunidad en casos de presuntas violaciones de los derechos humanos». En el mismo informe señaló que «aunque por lo general se desconoce la identidad de los presuntos autores de los hechos, se sabe que entre ellos hay miembros de la Policía, el Ejército y grupos armados».
El Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (CEDEHM), el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos (COSSYDHAC) y Justicia para Nuestras Hijas informan que Amnistía Internacional conoce el caso y ha difundido ya una acción urgente, pidiendo a sus miembros en todo el mundo que escriban a las autoridades mexicanas para urgirlos a que investiguen el paradero de los familiares de Josefina Reyes. Asimismo, estas organizaciones enviaron la información de este hecho a Margaret Sekaggya, relatora de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para defensores de derechos humanos.
Finalmente, Lucha Castro, del CEDEHM señaló no entender la actuación de las autoridades. «El 6 de febrero pasado, un grupo numeroso de policías armados arrebató al menor Emanuel Manero Tarango, de 10 años, de los brazos de su madre, cuando acudían a misa, violentando los derechos del menor y de la madre porque no mostraron ninguna orden judicial ni se realizó ninguna diligencia. En lugar del uso abusivo de la fuerza por parte de numerosos elementos policiacos para alejar a los niños de sus madres, me parece que la policía debería enfocarse precisamente en investigar y encontrar a la familia de la defensora de derechos humanos Josefina Reyes, para prevenir que suceda una vez más, una tragedia en nuestro estado».
Comunicado elaborado por: El Centro de Derechos Humanos de las Mujeres (CEDEHM), el Centro de Derechos Humanos Paso del Norte, la Comisión de Solidaridad y Defensa de los Derechos Humanos (COSSYDHAC), Justicia para Nuestras Hijas, Movimiento Pacto por la Cultura y Mesa de Mujeres de Ciudad Juárez