¿Cuál es el problema?
El problema no es hablar con el presidente, el problema es hacerlo sin un consenso fuerte y amplio sobre qué plantear, qué aceptar y qué NO aceptar.
El problema no es el protagonismo, sino NO acordar con tus compañeros de movimiento, y no respetar lo acordado.
NO es problema reconocer que la desmilitarización no será «en 15 minutos», pero sí decir que no debe darse en este momento.
Es útil aclarar que no es lo mismo plataforma que pliego petitorio, y que ambas, ¿o una?, aún están en construcción. Es una canallada desacreditar el trabajo colectivo y desconocer lo firmado.
Es sano tener diferencias con tus compañeros; pero es INADMISIBLE no discutirlas con ellos, y en su lugar descalificarlos frente a, y coludido con, los enemigos declarados del movimiento, eliminándolos políticamente y dejándolos en vulnerabilidad ante la represión.
Y como en política forma es fondo, el problema de fondo es que la dirección de nuestro movimiento es desleal, inconsecuente, antidemocrática, apocada y endeble.
¿Qué hacer? Cambiar de dirección, naturalmente. Sin sabotear el movimiento como lo hace ella, sino haciéndolo en tiempo y forma. Organizarnos de manera democrática, plural e independiente. Nombrar representantes que lo sean de verdad; que lleven un mandato, que rindan cuentas y que puedan ser remplazados.