Otras Voces, hoy tenemos la voz y letra de Jose, que apesar de hace un año de escrito sigue actual, fue publicado en
http://oneway-df.blogspot.com/2008/11/es-tiempo-de-dar.html
Una critica, una reflexión sobre los fines de año en el mundo y esa forma de control que ejerce el capitalismo y apela a sentimientos y explotación de la miseria…¿cúal? Pues leanlo
Donde hay muchas voces más en los comentarios y si quieren seguir agregando comentarios estan invitados a hacerlo aquí y/o allá y ni un toston al teleton.
va ke va los dejo con Jose:
Siempre he tenido la teoría de que hay algo en el ambiente de los últimos meses del año que hace que los grupos conservadores se apoderen completamente de la batuta social. Finalizando la última fiesta esencialmente pagana de estas tierras, la festividad de Día de Muertos, por el resto del mes de noviembre y hasta el último día del año tiene lugar en México la ola conservadora que cada año me vuelve a asombrar por su capacidad de arrastre popular. Desde las campañas masivas de caridad televisiva, pasando por las multitudinarias movilizaciones nacionales del 12 de diciembre hacia la Basílica de la Virgen de Guadalupe, hasta la autocomplacencia familiar generalizada de las fechas navideñas: me da la sensación de que domina entre las personas un repertorio de actitudes que apuntan mucho más a resguardar y reafirmar un determinado orden de cosas que a modificarlo. En este fin del ciclo anual, siento que la voluntad colectiva de valorar lo que se tiene y renovar el status quo saca a la luz varias facetas conservadoras de la vida social en nuestro país.
No es sólo el consumismo y que aflore en las personas en general un ánimo de compasión, devoción y gratitud (expresado, según las posibilidades de cada quién, a través de caritativos depósitos bancarios o el recorrido de largas distancias sobre las rodillas), sino que esta agenda social está a cargo de ciertos grupos e instituciones sociales, que llevan a cabo o conducen los rituales masivos mediante los cuales se propicia y se da culminación a esta particular disposición anímica de la sociedad. Me podrán decir que la mayor parte de la banda es tan entusiasta con los eventos de fin de año, porque le gusta comprar, chupar y tomarse los respectivos días de asueto (la tesis de la Maratón Guadalupe-Reyes) o que la popularidad de este tipo de fiestas tradicionales es propia de la “idiosincrasia del mexicano” (¿la formulación Octavio Paz-Enrique Krauze?), pero me parece interesante hacer notar cómo estos elementos de la temporada sirven también de oportunidad para el serio activismo público de los conglomerados sociales tradicionalmente conservadores y sus respectivas estructuras de dominación. ¿Qué consecuencias tiene y quién opera esta ofensiva psicológica conservadora sobre las últimas fechas del calendario social?
Me llama la atención la ausencia de las instituciones gubernamentales en su liderazgo. Es una temporada que recae sobre la conducción de la Iglesia Católica, el sector comercial y las estructuras familiares o comunitarias. Si el gobierno quiere instalar pistas de hielo públicas para seguirles el paso, se le recrimina por superficial, populista y despilfarrador. Tanto las culpas como la diversión deben correr por cuenta ya sea de las cadenas comerciales o de las tradiciones religiosas, el consumo o la fe; los subsidios llegaron tarde al clima navideño. Desde hace un rato que a las grandes agrupaciones empresariales no les basta con dirigir la escalada de comercialización de los bienes de consumo navideño, sino que para llevarla al siguiente nivel compiten con la Iglesia por el liderazgo cultural y moral (aprovechando que son dueñas de un duopolio televisivo para escoger su plataforma de comunicación ideal), competencia que se traduce en ver quién genera y capitaliza más sentimientos piadosos entre las masas, si bien las diferentes misas transmitidas por Televisa en la Basílica de Guadalupe son un buen ejemplo de piedad televisada en equipo.
No puedo detenerme a comentar cada una de las campañas propagandísticas con que las televisoras lanzan sus avanzadas ideológicas, cuyo primer botón de muestra ha dado ya Televisa en estas fechas con su alentadorcísimo spot explicando cómo es que los mexicanos vamos a salir de la crisis financiera internacional “echándole ganas” con nuestro corazonzote. Si este inicio anticipado de la ofensiva televisiva ya es nauseabundo, no quiero imaginarme cómo va estar la temporada navideña. Sólo haré un par de acotaciones sobre el evento más publicitado de la época, el que he dado en llamar «el Teletontos» y no precisamente por los pobres chiquillos lisiados que salen recibiendo ayuda en él.
Me parece patético que la desgracia ajena tenga que convertirse en un concepto de estrategia y de marketing mediático para maximizar donativos. También me deprime que figuras “de la talla” de Lucerito, Maná y Adal Ramones se den a la tarea de despertar sentimientos de culpa entre las masas, para lo cual incurren en todo tipo de payasadas. Ya de por sí sus payasadas eran decadentes como formas de entretenimiento, pero como formas de despertar conciencia moral son realmente grotescas. Lo que más me desagrada del Teletón es que su estrategia de comunicación consiste en hacernos compadecer a los niños discapacitados pasándonos imágenes en las que se presenta a un chavo cada vez más infeliz que el anterior. Me parece horrible que para querer ayudar a una persona en desventaja se tenga que recurrir a las más empalagosas y manipuladas de las condolencias. La neta son mucho más decentes los sermones de los curas que las vomitivas cursilerías que salen de la boca de Lucerito y/o Adal Ramones. Lo más moderado que se puede decir del Teletón es que es una barra de entretenimiento para estúpidos, como la mayor parte de la programación de Televisa.
En fin, en lo que respecta a nuestro análisis sobre la nueva configuración del liderazgo ideológico y social en esta temporada, podemos decir que las fundaciones empresariales están compitiendo fuerte por concentrar el mercado de la caridad, y me da la impresión de que están dejando atrás el poder que aún conservan las instituciones religiosas y las redes comunitarias en este nicho. Actores innovadores, como los «empresarios-secta-reddeautoayuda-programadetelevisón» de la Iglesia Universal (ya saben, “pare de sufrir”), tendrán que demostrar si su enfermiza y oscurantista fórmula híbrida-posmoderna es lo suficientemente efectiva para ocupar por ellos mismos cotos descuidados por las demás iglesias y cadenas de televisión en el rubro de la caridad o si simplemente se alinearán con Televisa. También los diferentes tipos de ONGs tenderán a alinearse con las instituciones dominantes a las que sean más afines, y quizás sean unos de los actores que establezcan mayor colaboración operativa con ciertas instancias de la administración pública. Sobra decir que los limosneros callejeros ordinarios (que tendrían que tener algún tipo de ventaja en lo que se refiere al know how, por dedicarse al negocio de producir lástima y obtener caridad todo el año) la tienen bien difícil para competir con el eficiente chantaje moral de las estrategias publicitarias de las grandes fundaciones empresariales.
[2] Según los comentarios especializados de «Amor sin fronteras» (ver comentarios), las empresas sólo pueden restar de los impuestos que tienen que pagar, como donaciones deducibles, un determinado porcentaje de su utilidad fiscal.