Tres Movimientos
Primer Movimiento
Otra vez llueve. Otra vez neblina. Otra vez obscuridad.
No es que me moleste la lluvia,
No es que te moleste la neblina.
Es sólo que está obscuro y con el agua, es decir la humedad el frió se siente en los huesos. Es decir, penetra hasta el tuétano.
Además no es lindo salir a laborar de casa cuando está obscuro y no es lindo regresar a casa obscuro también, eso si regresas, ya sabes…la ciudad.
Así son las grandes ciudades, un día sales y la ciudad te come, así nada más y tú osea yo, nada que te comió. Como también hay días que yo, osea tú, te comes la ciudad.
Pero hoy no. Hoy la ciudad está dispuesta a comerte, hoy está dispuesta a atragantares contigo, conmigo.
Eso lo sabes, pues ella te avisa desde el momento en que te levantas vas al baño, me ducho, tomas el café y en todos esos instantes lo sabes, ella te avisa. Te va a comer hoy.
Yo por lo pronto, tu estas pendiente con todos los sentidos sensiblilizados, piensas si vas a trabajar o no, tal vez convendría no ir. Pero mejor voy.
No puedes dejar de hacer tus cosas a cada aviso que te envía la ciudad, te paralizarias absurdamente y me perdería el peligro de vivir.
Por lo que sales a la ciudad a obscuras, siguió pensando que hubiera sido mejor no salir, pues te encuentras muy tenso por los avisos previos. Todos los sentidos están tratando de obtener toda la información posible, estas alerta y en alarma. Camino con cuidado pero con paso apresurado, no vaya a ser. No vaya a ser ¿que? No lo sabes pero mejor no vaya a ser.
Llegas por fin a trabajar, ¿lugar seguro? sin luz del Sol, y como va a haber si esta todo obscuro y nublado afuera, y como la va a haber si no hay ventanas en el edificio donde trabajo, solo el sumbido de las lamparas de neón hacen sentir el poco calor de esa luz blanca y eléctrica.
Con el trabajo monótono te olvidas de lo comida y me olvido de ser comido. Buscas con desesperación los 20 centavos de tus cuentas que no aparecen. No encuentro el error y nadie sabe que es lo que estas haciendo, ni el jefe pero ahí te tienen con la preocupación de veinte centavos. No los encuentras y si se dan cuenta, no sé lo que va a pasar. Igual ya de noche optas por ponerlos, dejarlos perdidos y acabar la jornada con el regreso a casa, un regreso nuevamente obscuro y nublado con el sentimiento de ser un inútil, así voy dando camino a casa. Te olvidas en ese caminar de todo, de los veinte centavos, de la monotonía del trabajo, de tu inutilidad, de la advertencia de la mañana…de todo. Sólo quiero llegar a casa, un semáforo que se ponga en verde y ya estás en casa. Verde, y siento como un impulso te eleva por los aires y es un volar, un volar sin alas.
Otra vez obscuro, no recuerdas nada después, simplemente estas tirado en la calle y siento la humedad, te da miedo de mirar si esa humedad es agua u otra cosa, pues ya no percibes ni el frió ni el calor, ya no percibes nada solo la humedad en el suelo.
Por fin logro encontrar o controlar mis ojos para poder ver que es lo que te ha sucedido. Veo una persona bajar de un automóvil, y te esta gritando y regañando y yo no entiendo por que si lo último que tenemos en la memoria es el Verde y el volar, pero ningún error cometido…bueno, a parte de los veinte centavos. La persona sigue gritando y tu no lo entiendes es como una bocina defectuosa que no para de sonar.
¡Vaya! la ambulancia ya fue por mi, ¡Uf! no era tu sangre sino simplemente agua de lluvia. Pides hablar por teléfono en busca de un amigo y el policía te lo niega y comienza nuevamente a sonar y sonar y sonar la bocina descompuesta con el regaño y la bocina me inculpa y vuelve a sonar y sonar…
…y tú, es decir y yo, sólo buscas a un amigo…y la ciudad…nos comió.
alf…