Esta es la pequeña historia de una niña.
Esta es la pequeña historia de una niña morenita, de ojos largos y negros, pelo largo y negro de idioma incomprensible, para nosotros.
Esta es la historia de una pequeña niña que le gustaba saltar. Ella saltaba cuando estaba contenta y cuando estaba triste.
Esta niña por supuesto que tiene nombre, las estrellas se lo habían puesto, este le fue dado cuando la niña todavía no podía saltar.
Las estrellas le pusieron Osa… ¿Cuál Osa?… pues la mayor.
Osa Mayor como ya lo dijimos le gustaba saltar. Todo comenzó con un salto de cuerda. Eso fue de muy niña.
Después empezó a saltar banquetas, escaleras, charcos, perros y gatos.
La niña fue creciendo y siguió saltando, muchos de esos saltos ya no los observamos, tal vez por la noche o por la costumbre de verla saltar.
Ahora la niña después de varios saltos llegó a la ciudad, a esta ciudad, a nuestra ciudad. Claro antes ya había saltado por varias otras ciudades. El problema, es que en cuanto llegó ya se estaba yendo. Tal vez los pies le pedían el siguiente salto, no lo sabemos… o tal vez el corazón lo pedía, pues cuando este pide algo o se le da o se marchita, dicen, pues dicen que es demasiado terco y obstinado.
A muchos no les dio tiempo de conocerla demasiado, solo su nombre pues ya había pegado el salto. Lo escuchamos en el primer impulso y se nos fue saltando.
El otro día escuchamos que la niña estaba junto a la Mar, se lo escuchamos a un pelicano. Este nos platico y nos contó como la niña dejó de saltar.
Dice el pelicano que cuando llego junto a la Mar, Osa Mayor estuvo apunto de saltar nuevamente, pero antes de pegar el salto la Luna la regaño, pues el próximo salto era en dirección a la Mar, la Luna no la dejo saltar nuevamente y la Mar le dijo que escuchara y observara, mas Osa Mayor no sabia como hacerlo, por lo que pregunto a la Mar como poder aprender a escuchar y observar.
La Mar le dijo: estate en la playa, estate en las olas, estate ahí en la tarde, observa al Sol, después me dirás a donde se fue, escúchame bien, después me cantaras mi canción.
Entonces Osa Mayor estuvo ahí en la orilla, en la playa, empezó a ver como el Sol se ponía. Empezó a aprender a observar, el cielo comenzó a pintarse de hermosos colores; rojos, lilas, morados y azules; mientras la Mar retumbaba y tronaba, ese era su cantar que Osa Mayor comenzó a percibir, que comenzó a cantar.
Y en le momento en que la Mar se trago al Sol, Osa Mayor no pudo resistir más y salto. Salto para ver a donde se había ido el Sol. ¡Sorpresa! Lo volvió a ver.
Ahora, cuenta el pelicano, Osa Mayor entra a la Mar todas las tardes para ver una y otra vez a donde se va el Sol…
alf…
Habla…
te hago unos comentarios, ahora que tengo tiempo y ganas, y sobre todo porque ahora, después de haberte leído algún tiempo, por fin se me ocurren comentarios que hacer.
Yo pensaría que este tipo de cuentos son más efectivos mientras más minimalistas sean. La niña, por ejemplo: el que salte es imprescindible para el final, pero los ojos, el cabello, etc., el que sea morenita, de ojos negros, pelo largo, etc. ¿tiene valor semántico para el cuento? El que sea la Osa Mayor es importante, pero, ¿por qué justamente la Osa Mayor (por qué no la Menor, o alguna otra estrella, digo, constelación)?
Luego, la estética del cuento de hadas hace que el plot lo lleven los personajes: la historia no es más que un camino que lleva de un personaje a otro y se basa en las interacciones entre ellos. Por otro lado, en este caso, veo una mezcla: por un lado están los lugares, por otro los personajes. Y más aún: uno de los lugares se vuelve personaje, La Mar. Para ser sincero, me perdí un poco a la mitad del cuento… esperaba relevancia de los lugares: de la ciudad, las bancas, etc. La niña crece, pero al final sigue siendo niña. La Mar le dice que escuche su canción, que la cantará, y uno espera que la niña cante, pero en vez de ello salta. ¿Por qué la Osa Mayor salta? ¿Por ser Osa, por ser Mayor, por ser niña? ¿Por qué la cuerda? Para saltar al final detrás del sol. Pero al principio parece arbitrario: que sea niña, que sea osa, que salte, que crezca, que la Luna la regañe y que la Mar no diga nada al respecto y que el sol no tenga vela en este entierro, salvo el de ser perseguido por la niña, Osa, Mayor, todas las tardes.
Para cambiar el tono a mis comentarios, me gusto sobre todo el vuelco del pelícano, el cambio de perspectiva (de diegesis). Puesto justo en el medio, como hiato entre la transición de lugares a personajes … maestro.
Tan sólo un par de hilachas que salieron de mi cabeza.
Un fuerte abrazo