La Flor y el Espantapajaros

Es un cuento que me envió Marie, una amiga de Francia y que tradujo ella al español también, la traducción esta abajo, el titulo yo lo puse, pues ella no le puso titulo y dado que el blog exije titulo pues le ponemos titulo. Lo pongo aquí para compartirlo con todos, claro con su permiso y como me gusto también lo hubiera puesto sin su permiso ;).

Il était une fois un épouvantail. Fièrement dressé au milieu d’un champ de betteraves, un regard noble et des yeux qui jetaient un défi au ciel. Quand les betteraves n’avaient plus besoin de lui, il partait se promener, sautillant sur son unique jambe de bois comme une sauterelle éméchée. Un soir le chemin porta sa jambe de bois jusqu’à une mare. On était en mai. Le soleil venait de plonger la tête la première. Les grenouilles, les crapauds pullulaient comme des bulles de savon d’émeraude. De leur voix rauque et dans leur gorge blanche, elles contaient l’histoire du peuple batracien, une histoire pleine de mélancolie et de vase. Au milieu de la mare, comme la pupille dans l’iris, il y avait une fleur blanche. Une fleur de nénuphar. L’épouvantail, ce fut la première et la seule chose qu’il vit, bien avant le soleil noyé, bien avant le chant des batraciens. L’épouvantail tomba amoureux d’elle. Hélas, n’avait-il pas lu l’Ecume des jours? Boris Vian nous avait pourtant prévenu, rien de plus toxique qu’une fleur de nénuphar. Il s’approcha d’elle, tout a milieu de la mare. Elle s’approcha de lui, et elle lui transperça le coeur du bout de sa tige, allant de lover au fond de son poumon gauche. (les épouvantails ont des poumons, oui).
Maintenant qu’il avait un nénuphar dans le poumon, l’épouvantail avait de plus en plus de mal à respirer, il se sentait chaque jour un peu plus lourd. Qui plus est le nénuphar prenait racine, et lui par la même occasion. Il se retrouvait immobilisé au beau milieu du champ de betteraves, privé de promenades, crucifié sur le plancher des vaches. Curieusement, malgré tout, l’épouvantail soufrait tout cela en silence, parce qu’au fond de lui il était très, très heureux d’avoir sa fleur de nénuphar dans le poumon. Il était amoureux.
Et un beau jour, un salutaire courant d’air (ou bien un ouragan) déracina l’épouvantail et l’emporta dans le ciel, ce ciel qu’il avait mis au défit. Le ciel le pris sous son aile et lui fit découvrir la terre vu d’en haut. Et la fleur de nénuphar pointait timidement sa tête par dessus le trou béant de la poitrine de son hôte, elle sortait un ou deux pétales, doucement, et elle observait le visage du monde.

Marie

Erase una vez un espantapajaros, que se alzaba dignamente en medio de un campo de remolachas, la mirada noble y los ojos lanzando un desafío al cielo. Cuando las remolachas no le necesitaban, se iba pasear con saltitos de su única pierna de madera como un chapulín chipiri. Una tarde el camino le llevó hasta una charca. Estabamos en mayo. El sol se había lanzado de cabeza en el agua. Las ranas y los sapos pululaban como pompas de jabón de esmeralda. Con sus voces roncas en sus gargantas blancas cantaban la historia del pueblo batracio. Estaba una historia llena de melancolía y de cieno. En medio de la charca había una flor blanca. Estaba una flor de nenúfar. fue la primera y la única cosa que vió el espantapajaros , antes del sol hundido, antes del canto de los batracios. El espantapajaros se enamoró de ella. !Por desgracia! ¿no había leído la Espuma de los dias? Sin embargo Boris Vian nos había avisado, nada es más tóxico que el nenúfar. Se acercó de ella, ella se acercó del espantapajaros y le traspasó el corazón con su tallo. Se enroscó en su pulmón izquierdo. (los espantapajaros támbien tienen pulmones).

Ahora tenía un nenúfar en el pulmón y era cada vez más díficil respirar, se sentía cada día que pasaba un poco más pesado y cargado. Además el nenúfar se enraizaba, el espantapajaros estaba inmovilizado en el campo, privado de paseo, crucificado en la tierra firme. Lo extraño es que el espantapajaros sufría todo esto con silencio, por que en el fondo estaba muy feliz tener la flor en su pulmón. Estaba enamorado.

Y un día un saludable corriente de aire (¿o sea un huracán?) arrancó el espantapajaros y le llevó al cielo, al cielo que había desafiado. El cielo le acogió en su regazo y le mostró la Tierra desde lo alto.

Y la flor saco tímidamente la cabeza desde el pecho abierto de su anfitrión. Sacó algunos pétalos dulcemente y observó el rostro del Mundo.

Marie