Tras tras, esos es los que sucede en estos casos extraños y agudos de vida. Donde la vida misma solo es un volar.
Volar por los destinos lejanos y cercanos.
Había sentido esa necesidad necesaria de volar…no, no y no; no volar con minúscula sino volar con mayúscula, de Volar. De ese Volar gigantesco de ese Volar impresionante. Eso es, había sentido la necesidad de Volar. Tome un poco de vuelo, dale otra vez… Tome un poco de Vuelo y Volé…(así está mejor)
Empecé con la vuelta pequeña, solo le iba a dar una vuelta al mundo. Pero ¿Por donde empezar? ¿En que dirección? ¿A la derecha o a la izquierda?, ¿Hacia delante o hacia atrás?
Así que el cuerpo tan solo se enfilo y vamonos para la izquierda y hacia delante y para arriba, con la esperanza de llegar a la Luna para plantarle unos besos.
Tome la geodésica 3.48 7 bis interior 26A suroeste, este osease que para la izquierda y emprendimos el Vuelo sin muchos contratiempos.
Empecé a ver los grandes desiertos de arena y de sal. No encontraba diferencia entre uno y otro pero ahí estaba Volando.
Me percaté de que el Hombre es tan pequeñito que no se le distingue a esa gran distancia, pues recuérdese que he querido alcanzar la Luna en un principio, mas para ver al Hombre decidí bajar un poco más.
Lo buscaba y buscaba desde las alturas, pero nada, no se veía nada o más bien a nadie.
Siempre pensé que si uno se aleja la perspectiva cambia y que desde allá arriba podría ver al Hombre un poco distinto, tal vez hasta lo entendería. Pero no fue así; el Vuelo me permitió darle sus besos a la Luna y ver los océanos y las montañas, los desiertos y la selvas, pero no ver y conocer al Hombre.
Tuve que bajar un tantito más, y pensé que ahora si lo podría ver. Pero no, solo veía aglomeraciones de casas, pero seguía sin distinguirlo.
Y yo que soñaba con Volar para poder cambiar la perspectiva.
Entonces baje un poco más, me tuve que apresurar pues me encontraba nuevamente encima de esos grandes bosques donde el Hombre se me esconde.
Por fin en mi Volar empece a ver al Hombre el estaba muy pero muy apretado.
Volar a baja altura ayuda a distinguir un poco a los Hombres, pero no del todo, pues todavía no lo conocía. Tuve que volver a bajar un tanto más y pensé que ahora si lo conocería, si lo vería y si cambiar mi perspectiva.
Pero no, no fue así, ya que mi Volar era demasiado aprisa aún para sus carros y para sus trenes y para sus autobuses.
Tuve miedo de bajar más, empezaba a correr el riesgo de estrellarse con alguna banqueta y de conocer únicamente sus pies, además que las maniobras requerían cada vez más precisión.
Fue por lo que decidí dejar de Volar y empezar a caminar. Y ¡plum! a caminar.
Pero nadie me veía, nadie se acercaba, nadie hacia un gesto, todos de prisa como yo cuando Volaba.
Por lo que caminando comencé a Hablar y a Cantar y a Escuchar y me di cuenta que otros estaban Cantando y Escuchando y Hablando. Y Fue cuando mi perspectiva cambió y comencé a conocer al Hombre y por supuesto a la Mujer, Escuchándolo, Hablándolo y sobretodo Cantándolo.
Al final Volar fue solo un capricho…
¡Tierra, Agua y Libertad!
alf…